“Le dije a mi nieta que se llevara ese perro y luego el perrito me salvó la vida”.
Annabelle Camp iba transitando por una desolada calle de Georgia – Estados Unidos, cuando un precioso perrito callejero se le atravesó en el camino, era aún un cachorro, se veía muy flaco, sucio y asustado. Ella no fue capaz de dejarlo allí solito, abandonado a su suerte, pese a que sabía que llevarlo a su casa no era para nada una buena idea, pues a su abuela no le gustaban los perros, ni ningún otro animal.
Afortunadamente la chica no obedeció a su razón sino a su corazón, pues la decisión de no abandonar al perrito y llevarlo consigo, salvó no sólo al peludito, sino a su abuela también.
Un comienzo difícil.
Annabelle llegó en la noche a su hogar y lo primero que hizo fue bañar al perrito, pues este venía muy sucio por estar en la calle y si su abuela lo veía así lo iba a sacar de inmediato de su casa. Él tomó su baño muy juicio, sin poner resistencia y haciendo caso cuando la chica le decía que alzara una patita o se volteara para lavar alguna otra parte de su cuerpito.
En ese momento se le ocurrió llamarlo Mason.
Luego del baño, cuando el peludito ya estaba presentable, decidió ir a enfrentar a su abuela. Por supuesto, la mujer se negó, no quería a un perro en su casa, pero tras las suplicas de su nieta aceptó tenerlo unos días mientras el refugio con el que la chica se había contactado para ver si podían recibir al animalito conseguía un hogar temporal, pues allí no había espacio para recibir más perros, estaban llenos.
La abuela le dio un plazo de una semana a Annabelle, cumplido ese tiempo el perrito debía estar lejos de su casa.
Mason y Annabelle se dicen adiós.
En lo que inicialmente pareció un golpe de suerte el refugio contactado por la chica encontró antes de la semana una familia que estaba disponible para tener al perrito un tiempo hasta que le encontraran un hogar definitivo.
Con la mayor tristeza del caso, Annabelle tuvo que dejar ir a su perrito, lo llevó al hogar temporal que el refugio había conseguido y ante la mirada atónita del peludito que ya se había apegado a la joven, esta le dijo adiós y se fue o sin un presentimiento de que esta no era una buena decisión.
La chica siguió en contacto con la familia que acogió al perrito, llamaba a diario para ver cómo estaba y un día cuando todo parecía marchar mejor, le informaron que Mason se había enfermado y lo habían tenido que hospitalizar.
Para ella fue lo peor que podía escuchar, se sintió culpable y que había traicionado la confianza que el dulce animalito le había dado. Corrió a la clínica veterinaria y no quiso separarse ni un sólo segundo hasta que el perrito mostró signos de mejoría.
Cuando le dieron de alta, tuvo que volver a casa a rogarle a su abuela que nuevamente le dejara tenerlo, que no se podía perdonar lo que había sucedido, que le permitiera quedarse allí hasta encontrar un hogar definitivo donde lo cuidaran como él merecía.
La mujer aceptó de mala gana.
Bajo los esmerados cuidados de Annabelle, pronto Mason mejoró y volvió a ser el de antes.
Un héroe de cuatro patitas salva a la abuela.
Una noche mientras la chica dormía, Mason se subió a su cama y la despertó ladrando muy fuerte, ella de inmediato supo que algo pasaba pues el perrito dormía muy profundo y sin despertarse todas las noches.
Ella se levantó de la cama y el animalito le hizo esos inconfundibles ojitos de sígueme, instrucción que la joven acató de inmediato.
El perrito corrió hacía el cuarto de la abuela, atravesando el corredor, algo que tenía completamente prohibido hacer y en dos zancadas estaba en el baño de la mujer saltando sobre su pecho y lamentándose como si estuviera llorando.
Annabelle supo de inmediato qué sucedía. Su abuela sufría del corazón y la razón para que viviera con ella era precisamente auxiliarla si una emergencia acaecía.
Gracias al oportuno aviso del noble perrito la joven pudo ayudar a su abuela y llamar al 911 para que enviaran una ambulancia.
Al otro día la nieta le contó a la mujer lo que había sucedido, le dijo que el perrito había salvado su vida y ella en respuesta le agradeció.
A partir de ese momento, la abuela aprendió a reconocer el valor de los perritos y mejor que eso, permitió que Mason se quedara a vivir con ellas para siempre!
Fuente: Dogspotting Society.