Quédate con el más viejito o con el más enfermito, nunca es tarde para hacerlos felices… te aseguro que de paso, tú también serás muy feliz.
Al City of San Antonio Animal Care Services llegó, por medio de uno de sus rescatistas, hace muchos años una gatita callejera. Estaba en muy malas condiciones, como suelen estarlo siempre los callejeritos, pero ella además se veía que llevaba ya mucho tiempo soportando las inclemencias de las calles, era sorda y casi no le quedaban dientes, señal de que tenía una edad avanzada, quién sabe durante cuánto tiempo fue callejerita la pobre gatita.
Además de estar sorda, muequita y vieja, el color no era para nada de los más apetecidos por los adoptantes, por lo que los miembros del refugio supieron que las posibilidades de conseguir un hogar no eran para nada prometedoras para esta desafortunada gatita.
Debido a su color “calicó”, la llamaron Cali y justo como los rescatistas pensaron, la gatita durante años no consiguió un hogar, nadie la quería, una y otra vez fue rechazada por los adoptantes, que casi siempre iban al refugio para adoptar un lindo cachorro, pero nunca a una gatita vieja y sorda. Pero dicen que todos tenemos nuestro par en alguna parte y, al parecer, a la vida de Cali ya casi llegaba la persona indicada.
Un llamado del corazón.
Por su parte, Bridgid Staub, también estaba pasando un mal momento en su vida, hacía menos de un mes había tenido que someterse a una intensa terapia y al regresar a su hogar se encontró sola y con un gran vacío en el alma. En medio de su desazón, un día oyó un susurro proveniente de su corazón y entendió que sentía una gran necesidad de ser amada, pero incluso más que eso, de amar. Se le ocurrió entonces adoptar a un animalito, siempre le habían gustado y tal vez este era el momento indicado para abrirle las puertas de su hogar y de su vida a un compañero peludito.
Se decidió por un gatito, pero no quería que fuera cualquier gatito, debía ser uno que necesitara más que nadie un corazón generoso que quisiera hacerlo parte de su familia. Se dirigió al refugio local y una vez allí, preguntó por el gatito que más tiempo llevara en sus instalaciones, aquel a quien nadie quería. Todos los dedos apuntaron al mismo tiempo hacia la jaulita de Cali.
Bridgid al verla, se sintió insegura, no sabía realmente si había sido una buena idea intentar adoptar, quiso por un momento renunciar, pero entonces abrieron la jaula y la gatita salió de inmediato, se acercó a ella y la miró fijamente, luego caminó hacia un lavamanos y volteó a mirarla como pidiendo que la siguiera, ella lo hizo y cuando las dos estuvieron enfrente, la mujer abrió la llave del agua, la gatita bebió un buen sorbo e inmediatamente después puso su cabecita contra el cuerpo de Bridgid, pidiéndole que la consintiera, ella lo hizo y las chispas saltaron, la conexión entre ambas fue inmediata; todas las dudas quedaron disipadas al instante.
No había más que pensar, Cali iría a casa con ella ese día.
Una familia de dos basta para ser feliz.
Al llegar a su nuevo hogar, la gatita estaba visiblemente nerviosa, tal vez ya se había acostumbrado tanto al refugio que le resultaba muy extraño estar en una casa de verdad, si es que alguna vez conoció una. Pasó la noche en alerta, no quería bajar la guardia por si algo que no le gustara pasara, tener la oportunidad de huir, no durmió y en definitiva, no fue una buena noche para ninguna de las dos. Sin embargo, al otro día, todo fluyó. Cali se acercó a Bridgid cuando ella tomó un descanso y se sentó en el sofá, la gatita se subió en sus piernas, ronroneó, se acurrucó y se quedó profundamente dormida; parecía que ya no había más temor, ya había bajado la guardia y de ahora en adelante confiaría plenamente en esa mujer que le había abierto las puertas de un dulce hogar, uno que parecía que el destino se obstinaba, hasta ese momento, en negarle.
A partir de ese día Cali y Bridgid no se separaron nunca más, viven muy felices juntas, son tal para cual y parece que mientras una esté al lado de la otra, ni la soledad, ni el miedo, ni la tristeza tienen lugar en sus vidas.