Un gatito policía no hace mucho, pero bueno quién le puede decir no a esa carita.
La oficial JN Rowsey del Departamento de Policía de Durham de Carolina del Norte estaba en su turno de trabajo junto a su compañero, otro oficial, patrullando en el coche policial cuando en una esquina vieron a una cosita diminuta moverse de un lado a otro sin saber, claramente, a dónde ir. De inmediato, los dos oficiales detuvieron su vehículo para auxiliar al animalito.
Bolita de pelos.
Cuando se acercaron, confirmaron que se trataba de un gatito pero muy, muy chiquito, con apenas un par de meses de nacido. El pobre no sabía qué hacer, estaba desubicado y gritaba con todas sus fuerzas, aunque era tan pequeño que sus aullidos no se escuchaban, apenas se le veía abrir su boquita rosadita con incipientes colmillitos asomándose. El gatito alzó su cabecita y se quedó mirando fijamente al par de gigantes que se plantaban frente a él.
Tal vez fueron sus ojos aguaditos suplicando por ayuda o tal vez fue el buen corazón de los oficiales, pero estos, incapaces de resistirse a los encantos del pequeñín, lo alzaron y sin darse siquiera cuenta, comenzaron a hablarle con diminutivos y a darle toda clase de mimos, besitos en la cabecita incluidos.
Por responsabilidad y con el ánimo de ayudar al gatito a encontrar a su madre, los oficiales buscaron por todo el vecindario a ver si la veían, también tocaron al menos en diez puertas preguntando si alguien sabía si el pequeñín o su madre tenían dueño, nadie dio razón y la mamá no apareció por ningún lado, quien sabe qué habrá sucedido con ella, pobrecita, la vida en las calles para un animalito es la cosa más cruel y difícil del mundo.
La policía más bebé del mundo.
Tras no haber encontrado a un dueño o a su madre, subieron al gatito a la patrulla y lo envolvieron en una toalla, pues se veía que tenía frío; el enano se quedó dormido entre la toalla y la oficial Rowsey supo que estaba enamorada, no había forma en que pudiera separarse de esa ternura que ahora dormía sobre sus piernas envuelta en un trapo.
Los oficiales notificaron el rescate y aunque el protocolo señala que el animalito rescatado debe ir a un refugio, la oficial Rowsey insistió en que ella quería hacerse cargo, no era necesario hacer pasar al gatito por toda la burocracia, ella estaba dispuesta a brindarle un hogar.
Sin ninguna razón para negarle la adopción, el Departamento de Policía le cedió la custodia del gatito a la oficial. Ella lo primero que hizo fue llevarlo al veterinario y allí le dijeron que no era un gatito sino una preciosa y dulce gatita. Luego, le compró su arenera, comida especial para bebés y desparasitantes, con esto estaba lista para ir a casa.
A partir de ese momento la gatita no volvió a separase de la oficial y siempre la acompaña en su trabajo patrullando las calles de Durham. Es una gatita policía y aunque no hace mucho, ella cree que es indispensable para el departamento policial de la ciudad, típico de un gatito, se creen el centro del universo.