Dos almitas destinadas a estar juntas y hacerse fuertes mutuamente.

La vida es tan difícil de comprender, tan difícil de concebir. Es cierto que ninguno tenemos la capacidad de saber lo que nos espera, de prepararnos o de cierta forma asegurarnos. La vida constantemente nos da sorpresas, a veces maravillosas pero también otras desgarradoras, aquellas que nos dejan sin aire y sin ganas de continuar.

Scarlette Tipton tiene dos años. Cuando tenía apenas 10 meses fue atacada por el cáncer.

Para nadie es fácil aceptar que tiene una enfermedad tan perniciosa como el cáncer. Ahora muchísimo menos que tiene que amputar alguna parte de su cuerpo para curar o al menos apaciguar un poco la enfermedad. El cáncer cada día la consumía más por lo que lamentable su familia se vio obligada a tomar la dura decisión de sacrificar su brazo izquierdo.

Scarlette era a penas una niña de 10 meses, en su corta vida ya padecía la angustia, el dolor y la desesperación. Aunque su familia no sufría el dolor causado por el cáncer, si sufría el dolor, la preocupación, el desespero de ver a su hija, a esa parte de ellos soportar una enfermedad que se apodero de una pequeña vida, de esa vida que hasta ahora comenzaba y que ya no contaba con una parte de su cuerpo. Debían aceptar que su hija ya no contaría con toda su agilidad y destreza, debían aceptar la situación y ser fuertes y trasmitirle fortaleza a su pequeña, debían llevar el control y que ella sintiera su presencia, su amor y su apoyo en todos y cada uno de sus días.

Por esas cosas tristes de la vida, para bien o para mal,  otra criaturita estaba pasando por una situación similar; Doc, un gatito de a penas semanas había sufrido un grave accidente que hizo que perdiera una de sus patitas delanteras, un automóvil lo había atropellado, una fundación acogió su caso y ahora él estaba a la espera de un hogar. La familia Tipton se enteró de su caso y sin duda planearon unir a estas dos pequeñas y similares criaturas para noche buena. La vida les mostraba a ambos otra faceta de su tragedia.

“Queríamos un gatito con el que Scarlette creciera y ahora tiene uno que es como ella” dijo su  madre Simone Tipton. Scarlette asentía mientras se daba cuenta que Doc tenía puntos en un costado, por ende entendía que él tenía las mismas dificultades de ella.

Scarlette ha aprendido poco a poco a sobrellevar el cáncer y a disfrutar y crecer junto a este pequeño amiguito que la vida le ha puesto en su camino, para que no se sienta sola ni distinta, ya que aquí esta la clara evidencia de que son seres que pasaron por situaciones desafortunadas pero que supieron superarla y aprender de ella, ahora están listos para disfrutar la vida rodeada de experiencias llenas de mucho amor.

Doc y Scarlette pasaron por un mal momento, pero hoy ambos cuentan con una hermosa familia, con muchas ganas de vivir y disfrutar de la suerte que, a la larga, la vida les dio.