Así se siente ver desaparecer a una especie hasta que no quede nada… Adiós vaquita

20 ejemplares a nivel global a mediados de 2019, un año después sabemos que no se hizo lo suficiente.

La vaquita marina no solo alberga ternura en su nombre, también en su físico al ser el cetáceo más pequeño del mundo. Con 150 centímetros y solo 50 kilogramos de peso, esta especie es la más chiquita de sus primos enormes como la ballena jorobada y la orca.

Su existencia es endémica y está limitada al Golfo de California, un espacio marítimo ubicado entre Baja California en Estados Unidos y Sinaloa en México.

VaquitaCPR

Durante varios años ha sido monitoreada por grupos científicos y de conservación marina debido a la rápida desaparición de la especie por cuenta de cazas ilegales que, muchas veces, no la tienen como objetivo: a menudo es encontrada enredada en redes provenientes de la pesca de totoabas, un pez utilizado para la alta cocina en China donde es famoso por su vejiga natatoria, un órgano que le permite flotar a varios peces.

Desde la década de los cincuenta cuando la especie fue descubierta, ha disminuido rápidamente y, para 2018, quedaban menos de 19 ejemplares, por lo cual, las estimaciones indican que su población se extinguirá por completo en 2021. Este es el fin de una crisis anunciada.

Los esfuerzos y prohibiciones fueron inútiles.

A pesar de que la pesca de totoabas está prohibida en toda la zona marítima mexicana desde 1975, las consecuencias de la actividad no son tan grandes para los pescadores ilegales que no acatan las normas y siguen en su búsqueda por las grandes recompensas económicas del mercado chino. A pesar de la lucha de las diferentes instituciones, el flagelo continuó de forma alarmante hasta que, en 2005, se hizo necesario declarar el golfo como un refugio para las vaquitas, pero, nada detuvo el avance de la caza masiva.

 

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Para 2008, la población de vaquitas estaba promediada en 200 ejemplares, sin embargo, ocho años después, solo quedaban 30 por la rápida acción de los cazadores ilegales. Para ese momento, los científicos y biólogos marinos lanzaron una alerta y crearon el programa VaquitaCPR que consistía en trasladarlas a regiones donde pudieran protegerlas de los inminentes ataques, pero, una vez más el plan no funcionó cuando una de ellas murió por el estrés ocasionado con su traslado. Desde ese momento se supo que la lucha debía ser librada en ese terrorífico lugar donde podían desaparecer sin dejar ningún tipo de rastro.

Ya no hay vuelta atrás.

Aunque quisiéramos decir que el problema se puede solucionar y podemos generar conciencia en la inmensa red de caza ilegal que tanto daño le hace a la vaquita, su desaparición es inminente, puesto que, aunque han sido reportadas algunas crías nuevas desde finales del 2019, su población actual de menos de 10 ejemplares solo alerta de un desvanecimiento paulatino y muy doloroso para el mundo marino.

 

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Quienes están al frente de la lucha por los nuevos nacimientos, advierten al mundo entero sobre el peligro de nuestros hábitos de consumo y el impacto que generan en otras formas de vida. Además, aseguran que la protección de especies tan endémicas como este hermoso cetáceo, debe llevarse a cabo desde la mínima sombra de peligro y no cuando ya no hay marcha atrás.

Una pérdida triste y dolorosa para todos los que amamos a los animalitos.

Fuentes: National Geographic, DW.