Este bebé necesitaba ayuda, por eso persiguió por el bosque a la pareja que lo rescató.
Un zorrito con unos cuantos días de nacido vagaba por un terreno desolado y con poca vida alrededor, buscando algo de comida y refugio entre las hojas secas y los pocos vestigios que quedaban de los árboles, cuando se cruzó con los humanos que cambiaron su destino: una pareja que recorría los senderos se percató de la soledad del pequeño y quiso ayudarlo.
Una recuperación lenta pero segura.
Dejarlo en ese lugar no era una opción, aunque el pequeño tenía un gran pelaje que cubría todo su cuerpo, los síntomas de deshidratación y falta de nutrientes eran obvios: tiritaba de frío y sus ojos llorosos mostraban su desesperación por encontrar algo de lo cual alimentarse.
En ese momento, la pareja supo que tenía que llevarlo con ellos mientras lo envolvieron en uno de sus accesorios para el frío y le dieron un poco de calor que el zorrito agradeció.
Con su llegada al hogar de los humanos, pudo recibir un gran plato de comida enlatada que pareció ser perfecto para parar su malestar, sin embargo, apenas podía sostenerse: su cuerpo seguía estando débil y debió ser ayudado para poder permanecer de pie y terminar de comer.
La visita al veterinario era urgente, pero, antes de eso, lo dejaron descansar de ese primer día agotador, recibiendo un gran baño caliente y una cama cómoda que sería su refugio durante treinta días de un cambio extremo.
Al día siguiente, con los ánimos renovados, el pequeño fue llevado a un veterinario de confianza que descubrió uno de los graves problemas: la cabeza del peludito estaba llena de pulgas que lo estaban enloqueciendo.
Su peso era menor a una libra y sí estaba bastante afectado por la pérdida de su mamá, por esa razón, tan pronto como el médico dio sus recomendaciones, la pareja decidió continuar con el proceso de acompañamiento que los llevó a un resultado magnífico.
Cuidados extremos, crecimiento asegurado.
El pequeño zorrito se convirtió en el ser más consentido de la casa, compartiendo su espacio con un perrito y un gatito que se convirtieron en sus hermanos y su apoyo más grande después de esos dos seres que lo tomaron como un hijo.
Su recuperación fue lenta: cada día, el pequeño daba cortos pero significativos pasos para estar más saludable en medio de la situación de haber perdido a su madre y todas las comodidades que ella ofrecía, quedándose, al perderla, solo en el frío bosque que había perdido al quedarse solo en el frío bosque.
Una cama, un espacio solo para comer y descansar y los paseos por el jardín en los que interactuaba con los otros dos peluditos fueron fundamentales para que empezara a mejorar y dar muestras de un crecimiento normal a su corta edad.
Poco a poco, el pequeño se convirtió en un animalito preparado para volver a vivir de manera regular: ganó peso, recuperó el brillo de su mirada y su pelaje, empezó a tener más confianza en los espacios abiertos y volvió a actuar de manera normal.
Del animalito en riesgo que había sido encontrado por casualidad entre las ramas treinta días antes ya no quedaba nada. Su color incluso cambió y se transformó en un ágil y joven zorro de un característico color naranja, además, su espíritu explorador le permitió igualarse con todos los de su especie.
A continuación puedes ver el video de los momentos que llevaron a salvar al pequeño en treinta días:
En solo un mes, esta increíble pareja logró hacer maravillas y cambiarle la vida a este pequeño que tanto lo necesitaba.
Aunque la historia no concluye con una liberación del zorro en su hábitat natural, probablemente ese sea el paso siguiente después de su increíble progreso.
Definitivamente la buena voluntad y dos corazones de oro pueden salvar una vida.
Fuente: Rescue Animals.