Te entiendo gatita, yo también odio el GYM 😆
Corría el año 2015 cuando una gatita de color negro fue encontrada y rescatada de las calles, por Lee Ferinden. Laila, como fue llamada la minina, fue llevada a casa para ser la nueva integrante de la familia y aunque inicialmente era muy temerosa, quizás por experiencias pasadas, el amor de sus padres y su promesa de hacerla feliz, terminaron por convertirla en un animal seguro.
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Un cambio físico que afrontar con mucha personalidad.
Los días en familia con sus papás y hermanos gatitos estaban siendo mejor que lo que Laila se hubiera imaginado, pero como nada en la vida es seguro, la gatita tuvo que enfrentar valientemente dos situaciones. La primera estuvo relacionada con una mudanza, pues sus humanos cambiaron su residencia para Florida, en Estados Unidos y la segunda, fue someterse a la cirugía de esterilización acordada entre su madre y su veterinario.
Quizás la nueva casa le causó un poco de estrés y por la ansiedad de la situación, empezó a tener más apetito y a esto se unió que dejó de tener mucha actividad física debido a su operación, lo que indirectamente le causó una subida de peso. De ahí en adelante sus kilitos aumentaron, así como sus ganas de degustar cada vez más una golosina o un platito de comida extra y cuando sus padres fueron conscientes de la subida de peso, ya era demasiado tarde.
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Una bolita de pelos llena de amor y mucha pereza.
Laila fue llevada al veterinario por su sobrepeso y allí descartaron que fuera un problema con su salud, sin embargo, a su mamá, Lee, le recomendaron darle a su gatita una dieta balanceada e iniciar unas cortas caminatas para ejercitar su peludito cuerpo.
Los paseos los hacía en compañía de su papá, quien a diario la motivó a realizarlos, pero rápidamente se dio cuenta que la minina perdía interés en ellos.
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Sus papás en realidad querían ayudarle con su estado físico, pero Laila, parecía no encontrar interés en nada que tuviera que ver con el ejercicio y se lo demostró a su familia y médicos, una y otra vez.
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Los juegos con sus hermanitos gatitos y ejercicios caseros no estaban funcionando, por lo que tuvieron que acceder a unos más especializados e incluso, hacerse miembros de un gimnasio para peluditos.
A pesar de que a Laila nada de lo que estaba pasando en su vida parecía gustarle, sus humanos nunca se rindieron y continuaron con su ardua labor de ayudarla a bajar de peso y durante su esfuerzo, conocieron el lado más tierno y perezoso de su gatita.
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Una oportunidad de ser totalmente activa de nuevo.
Resulta que un día, Laila tenía que utilizar la caminadora eléctrica, sin embargo, a ella le dio un poco de pereza y prefirió hacer su papel protagónico de muertita, antes de quemar sus kilitos de más.
Tal y como se observa en el video, la gatita se niega a dar tan siquiera unos pasos y posteriormente se bota en la caminadora con sus patitas para arriba, como dando a entender que estaba fuera de sí misma y se rendía totalmente, según lo expresó su dueña.
Entonces, Laila pensó que hacerse la muerta era una excelente manera de dejar de hacer ejercicio – Escribió Lee Ferinden en la cuenta de Instagram de Laila.
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Días después, apoyada de mucha paciencia y mimos, finalmente logró utilizar la máquina, como todos querían.
Ahora con Laila teniendo un poco de su interés en los ejercicios recomendados, sus padres esperan que sea solo cuestión de tiempo para que su gatita vuelva tener su peso ideal.
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Cabe aclarar, que sus humanos también se han valido de otras técnicas para ayudar a Laila, en la que las caminatas dentro del agua, han sido una de las favoritas y relajantes para este largo proceso de adelgazamiento.
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La perseverancia de sus humanos y el esfuerzo de la gatita, ha hecho que hoy en día este consentido ser, esté a unos cuantos kilos de tener un peso saludable.
Esperamos que muy pronto esta minina pueda correr y jugar tranquilamente, al mismo tiempo que disfruta de tener una maravillosa vida en familia.