El pequeñín dejó una moneditas, las tortillas que le daba de comer y una carta donde cuenta como su papá lo obligó a deshacerse de su amado cachorro.
Un niño amoroso y de gran corazón tenía un perrito blanco, cachorro, al que llamó Simón. El niño, oriundo de México, quería muchísimo a su perrito y lo alimentaba como podía con la comida que había en su casa, pero su familia pasaba por una complicada situación económica y el perrito lloraba constantemente porque tenía hambre lo que exasperaba al padre del niño, quien imperdonablemente le pegaba al perrito para que se callara.
La decisión más difícil.
El niño muy angustiado por esta situación, se vio enfrentado a tomar una decisión que ni siquiera los adultos en pleno uso de nuestra capacidad de discernimiento podemos tomar con facilidad: separarse de su amado perrito para alejarlo y protegerlo de la ira de su padre.
En una muestra enorme de generosidad y altruismo, el niño decidió sacrificar la felicidad de tener a su perrito para que este tuviera una oportunidad de estar mejor, de encontrar un lugar donde estar seguro y con la pancita llena, cosas que él no podía ofrecerle, por más que quisiera.
A pesar de ser solo un niño, ideó un plan para asegurarse de que su perrito estuviera bien. No podía dejarlo en cualquier parte porque no iba a correr el riesgo de que se perdiera y terminara sufriendo las inclemencias de la calle, por lo que pensando y pensando, logró recordar la ubicación de un refugio de perros en el que tal vez lo podrían cuidar. Estaba decidido, lo dejaría en las puertas del refugio para que allí lo acogieran.
La separación.
Sin más demora, alistó su maletita: un par de tortillas, unas moneditas y la carta más dulce que un niño podría escribir. En ella se despedía temporalmente de su perrito y le solicitaba al refugio que se lo cuidaran, les explicaba que el padre le pegaba y que él quería frenar esa situación; también les advertía que Simón comía mucho y sobre todo le pedía que no lo dieran en adopción, pues él planeaba crecer y volver por su perrito.
Fue así como Simón llegó al Albergue Pergatuzoo, con carita triste como dan testimonio las imágenes que posteriormente los administradores del refugio compartieron en redes sociales. Ellos, conmovidos por la carta del pequeño y entendiendo lo que debió suponer para el niño tomar la decisión de dejar a su perrito, subieron su historia a Facebook con el ánimo de encontrar al pequeño y decirle que ellos cuidarían bien de Simón, que no se preocupara y que lo esperarían hasta que él pudiera regresar por su peludito.
La publicación del refugio se hizo viral y cientos de corazones animalistas se unieron para encontrar al dueño de Simón, solo con la intención de consolarlo ante la separación y que supiera que ya su perrito estaba en buenas manos, nadie, nunca más, lo volvería a golpear.
La red de compartidos sirvió y, de alguna forma, llegó hasta el niño, quien, seguramente aliviado, se volvió a poner en contacto con el refugio, para poder visitar a Simón. Los administradores del lugar, por supuesto, se pusieron a su orden para facilitar los encuentros.
Lamentablemente, un día que el niño pudo pasar por el refugio, el perrito había sido llevado al veterinario por lo que no estaba en las instalaciones, al chiquillo no le quedó otra opción que dejarle otra cartita, donde le decía que lo extrañaba mucho y le informaba que le dejaba más moneditas, los ahorros que había podido juntar para cubrir lo que más se pudiera de su alimentación. Le prometió volver.
Luego vino la cuarentena y el pequeño una vez más tuvo que quedarse sin poder visitar a su perrito, aún así, ayudado de su hermana le hizo llegar otra encomienda a su perrito: más tortillas, esta vez muchas más, hechas por su abuela para que las compartiera con sus amiguitos del refugio, los otros perritos, sus ahorros y una nueva carta donde suscribía su voluntad de algún día regresar por él.
El niño nunca olvidó a su perrito y aunque este ya ha crecido, en sus corazones ambos seguirán esperando el día que puedan volverse a reunir.
Mientras tanto, el Albergue Pergatuzoo sigue cuidando de Simón.