La policía lo describe como un ladrón astuto, sigiloso y muy veloz, ahora sus habilidades están al servicio de la justicia.
Palestina, Caldas, es un pequeño pueblo en Colombia con un ambiente cálido y alegre que ha sido construido sobre una pequeña elevación que le da un toque mágico. Por sus contadas calles, transitan a diario sus habitantes en completa calma. A pesar de lo tranquila que es la vida en ese rincón del país latinoamericano, uno de sus habitantes estaba provocando serios y graves problemas en la producción de los negocios del lugar.
Un pequeño y pícaro amigo.
Hace seis meses al pueblo llegó un visitante poco usual quien ganó fama de ladrón profesional, se trata de Mono, un pequeño perrito criollo de pelito claro que se convirtió en el enemigo número uno de las panaderías de la plaza central de Palestina.
Mono no desaprovechaba ni un segundo para hurtar cualquier producto con el que le dieran la oportunidad de escapar corriendo: diferentes variedades de panes que, como todo un experto, agarraba antes de que alguien pudiera decirle algo mientras salía huyendo de la escena de la que era sospechoso.
El perrito, para los panaderos, se convirtió en lo que ellos mismos denominan como un dolor de cabeza.
A pesar de sus estrategias truculentas para ser el primero en probar alguna de las delicias de estos lugares, miembros de la policía del municipio se empezaron a acercar a él.
Al pequeño Mono, que en ese momento no tenía nombre, se le notaban los rastros del pasado en las calles de otros rincones del país, por lo cual, en un seguimiento exhaustivo y después de una de sus fechorías, los uniformados procedieron a llevarlo a la estación, esta vez no se trataba de una detención, se trataba de darle un hogar.
Cambio de bando.
Los uniformados que lo nombraron Mono por su color claro de pelo, comprendieron que la razón de sus hurtos era física supervivencia, por lo cual, se esmeraron en darle un baño, comida y un lugar donde dormir.
Es así como fue rescatado y enseñado durante más de dos meses a comportarse y a cumplir ciertas normas básicas dentro de su nuevo hogar.
Después de un arduo entrenamiento en el que demostró ser un perro listo para la acción, Mono fue condecorado como el miembro más nuevo de la policía, haciéndole entrega de un pequeño chaleco a la medida, útil para sus rondas de vigilancia en camionetas y motos junto a su equipo de trabajo.
Aunque participa en misiones de bajo riesgo y prevención, para protegerlo y asegurarse que nada le vaya a pasar, Mono ha logrado que los niños y adultos sientan empatía por la labor de la fuerza pública.
Él dejó de ser el malhechor del pueblo y se convirtió en un ciudadano ejemplar y un miembro activo de la policía que cuida y vela por la seguridad de los habitantes de Palestina y, por supuesto, por la seguridad de las panaderías que tanto le encantan.
Fuente: Policía de Colombia.