”Cuando abrió la primera trampa me miró y me dijo: no puedo creerlo”.
Las musarañas elefante son mamíferos que, aunque son comúnmente nombradas de esta manera, no pertenecen a ninguna de las dos especies anteriormente mencionadas. Habitan solo en el continente africano y tienen un fuerte parentesco con los osos hormigueros y los manatíes.
Su tamaño, la forma de su cuerpo con patas traseras más extensas y su nariz en forma de tronco que sirve para capturar los insectos de los que se alimenta, son algunos de los rasgos que lo distinguen de otros animales.
A pesar de ser una especie muy estudiada por biólogos y exploradores, su último avistamiento oficial se dio en la década de los setenta y desde ese momento se consideró como una especie desaparecida, sin embargo, una nueva expedición devolvió la esperanza.
Uno de los más buscados.
El nombre común real de la especie es Sengi Somalí, nombre dado debido a la ubicación geográfica en la que se encontraron la mayoría de sus ejemplares en el siglo XX. A pesar de lo extraño que es el animal, existen otras 20 variedades alrededor del mundo, siendo esta la más exclusiva y difícil de encontrar.
La pequeña y esponjosa criatura solo tenía registros oficiales en organizaciones mundiales debido a 39 de sus ejemplares capturados en los setenta y trasladados a museos.
Desde ese momento, su registro se volvió todo un misterio y las expediciones biológicas nunca volvieron a dar con su paradero, convirtiéndose en una de las especies perdidas más buscadas de los últimos años por la organización Global Wildlife Conservation, encargada de hacer registro y censo de la vida salvaje.
Una expedición devuelve la esperanza.
En 2019, científicos de diferentes universidades alrededor del mundo, emprendieron una expedición por la zona conocida como Cuerno del África, una de las ramificaciones del continente ubicado en la parte oriental que posee países de fuertes influencias árabes como Djibouti, uno de los territorios visitados para tener registro de especies, sin embargo, lo que encontraron fue mejor que cualquier descubrimiento.
No sabíamos qué especies se encontraban en Djibouti y cuando vimos la característica diagnóstica de una pequeña cola copetuda, nos miramos y supimos que era algo especial. -Dijo Steven Heritage, científico investigador del Centro Lemur de la Universidad de Duke, a BBC.
Con el testimonio de los locales y algunos avistamientos fugaces de características peculiares del animal, como su cola copetuda, los científicos procedieron a comprobar si podía ser esa especie desaparecida que tanto habían tardado en encontrar. Con más de 1.000 trampas adaptadas con mantequilla de maní en 12 ubicaciones desérticas diferentes, no tardaron en encontrar a los primeros ejemplares que fueron fotografiados como un símbolo de la esperanza que trae para el mundo animal.
Este es un redescubrimiento bienvenido y maravilloso durante una época de agitación para nuestro planeta, y uno que nos llena de esperanza renovada para las especies de pequeños mamíferos que quedan en nuestra lista de más buscados, como el topo dorado de DeWinton, un pariente del sengi, y el corredor de nubes de la isla de Ilin. – Comentó Robin Moore a BBC.
A continuación puedes ver el video de Global Wildlife Conservation anunciando el descubrimiento:
Esta gran noticia borra de la larga lista de animales extintos a este pequeño mamífero, además, como un punto positivo más, no parece ser una especie amenazada al vivir a distancias largas de asentamientos humanos y tener como hábitat una zona poco usada en agricultura.
Verlo no solo supone un respiro de esperanza para los científicos y las organizaciones de conservación, también para nosotros.
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