Esta perrita perdida tenía tanto miedo de la tormenta, que no le quedó otra que hacerse un huequito en medio de la cama de unos extraños 😂
Hola, mi nombre es Nala y les voy a contar porque me hice famosa recientemente en Facebook. Resulta que soy una perrita de color café muy, pero muy consentida; desde que era una cachorra mi mamá humana me ha consentido mucho, nunca he sentido hambre, nadie me ha tratado mal, cuando tengo frío ella siempre me abraza y todas las noches dormimos juntas en su cama. En el día, salimos a caminar y a jugar. Debo admitirlo, soy muy afortunada porque tengo la vida que todo perrito sueña.
El bosque, las sombras y la lluvia.
Pero un día, por jugar demasiado intensamente me solté de mi correa y distraída por un movimiento que veía entre un matorral lejano, corrí en dirección al bosque, corrí muy fuerte y cuando paré, me di cuenta de que me había alejado mucho. Intenté volver, pero no encontré el camino, había muchos olores en el suelo y no lograba olfatear a mi madre. Ladré, lloré, caminé, corrí y nada… no sabía dónde estaba y ya tenía hambre, pero sobre todo mucha tristeza porque no quería estar fuera de casa, quería dormir con mamá como todas las noches.
Pasé esa noche y el día siguiente perdida en el bosque y cuando pensaba que la pesadilla estaba por terminar, porque sabía que mi mamá me estaría buscando como loca y no podría tardar más en encontrarme, todo se puso más difícil. Al sureste de Tennessee llegó una tormenta muy fuerte, todos estaban preocupados por resguardarse a tiempo y yo ahí, solita, perdida, lejos de casa…
Los rayos y truenos comenzaron a caer cada vez más cerca de mi, ya estaba empapada pues la lluvia caía desde hacia horas y los vientos… ayy no! ni hablemos de los vientos, eran helados y sentía que me iban a sacar volando. Yo pensé: este es mi fin, hasta aquí llegó mi historia, reconfortó por un minuto mi corazón el recuerdo de mi mamá humana y de la linda vida que me brindó, nunca pasé por las penurias que otros peluditos han tenido que vivir, pero justo cuando más triste comencé a sentirme, vi una pequeña luz a lo lejos, más allá de los árboles.
No dudé en echarme a correr en esa dirección, por un momento pensé que era mi casa, al fin la había encontrado, me acerqué a toda velocidad, pero cuando llegué al jardín me di cuenta que no era mi hogar. Sin embargo, la tormenta arreciaba y yo sabía que no podía pasar la noche a la intemperie porque tal vez ya nunca más habría un nuevo amanecer para mi.
Humanos que tienen perritos, son buenos humanos.
Vi que una puerta estaba entreabierta, había algo en el suelo que impedía que se cerrara por completo, me daba miedo pensar quién estaría adentro, pero creo que nada era peor que afuera, así que entré. Ingresé en modo sigilo, no hice ni el menor ruido y una vez adentro, corrí con todas mis fuerzas a la habitación principal, si ya había irrumpido en una casa extraña no me iba a quedar como un ratoncito escondida en algún rincón, la cama matrimonial era mi objetivo, necesitaba que alguien me abrazara y me resguardara de la horrible tormenta del exterior.
Sííí!!! – pensé, esta casa también tiene papás humanos, ellos me cuidarán. Supe que había otros perritos, pues los detecté con mi olfato, pero parece que son igual de consentidos a mi y debían estar dormidos profundos, tapaditos con alguna manta, olvidándose de la tormenta que afuera golpeaba con inmensa fuerza, porque no se dieron cuenta que yo había entrado en su casa, es que así somos los perritos consentidos, nos volvemos unos inútiles.
Como lo planeé llegué a la habitación principal y vi que los papás estaban dormidos y pues no hallé el porqué no podía acurrucarme entre los dos. Yo tenía mucho frío, llevaba horas sin que me abrazaran, los truenos me daban mucho miedo y ellos tenía una deliciosa cama con el espacio justo para una perrita gordita como yo. No había más que pensar, ese centro de cama estaba destinado a ser para mí.
Ellos tal vez, acostumbrados a que sus perros se subieran a la cama a media noche no se despertaron y yo logré hacerme justo en el centro, mi lugar preferido, me pegué con todas las fuerzas a la mamá e imaginé que era mi mamá, tan pronto empecé a entrar en calor me dormí profundamente.
Tranquilos soy una buena perrita.
Al otro día, cuando amaneció sentí un movimiento brusco atrás de mi, yo apenas abrí un poco los ojos, la verdad estaba muy cómoda y quería seguir durmiendo, pues necesitaba recuperarme de mi travesía por el bosque, pero entonces escuché la voz del papá, se percibía nerviosa, sacudió el hombro de la mamá y esta se volteó, me miró y al comienzo no entendió que sucedía, jajaja seguro pensó que yo era uno de sus perritos, porque quién se mete a la mitad de la noche hasta la cama de unos desconocidos? eso solo se me ocurre a mi, que soy una descarada, pero entonces se dio cuenta que era otro perro y alcanzó a casi dar un respingo. Los dos se miraban sin saber qué hacer y qué significaba lo que estaba sucediendo.
Era el momento de que supieran que yo no era para nada un perrito peligroso, creo que más peligro representa un hámster que yo. Me estiré, bostecé, cerré los ojos y seguí durmiendo, ellos comenzaron a reír, creo que entendieron el mensaje, yo lo único que quería era amor y una cama calientita, nada más.
A pesar de mis intentos por seguir durmiendo, ellos no paraban de hablar, por lo que me fue imposible volver a conciliar el sueño, además en ese momento entraron los tres perritos de la casa y se alarmaron mucho al verme en la cama en medio de sus papás, pero también entendieron rápidamente que no era peligrosa y, de hecho, nos pusimos a jugar.
Afortunadamente, los papás humanos fueron muy buenos conmigo: cuando se recuperaron del susto, se rieron mucho de mi ocurrencia de meterme en su cama, entendieron perfectamente que yo estaba huyendo de la tormenta y fueron inteligentes en darse cuenta que era una perrita de casa, porque estaba muy bien cuidadita, era amistosa y gordita. Ellos me consintieron y me alimentaron… yumiii!! esa comida me supo a gloria, tenía mucha hambre aquel día después de todo lo que me sucedió.
Pero lo más importante es que los papás humanos intuyeron que yo tenía alguien que me amaba quien seguramente me estaba buscando y que de igual manera, a pesar de que yo era muy extrovertida y lo estaba pasando bien con ellos, lo que más quería era volver a mi hogar, por esto, me tomaron un par de fotografías y las compartieron con sus contactos en redes sociales junto a la divertida anécdota de la noche anterior, con el propósito de que se difundiera y llegara, con suerte, a los ojos de quien me estuviera buscando.
A todos los que leyeron la publicación les pareció muy chistoso lo que yo hice y sin pensárselo dos veces la compartieron por todos los medios que encontraron, me hice viral, todos estaban hablando de mi y querían ayudarme a volver a casa, fue gracias a esa solidaridad que ese mismo día, mi mamá me encontró!
El reencuentro.
Fue a buscarme de inmediato y cuando yo la vi bajarse del auto corrí más duro de lo que nunca había corrido, estaba tan feliz de volverla a ver que sentía que el alma se me iba a salir del cuerpito, mis patitas no podían moverse más rápido para llegar a la puerta donde ella estaba. En medio de mi alboroto causado por la inmensa felicidad que sentía, la empujé muy duro y casi hago que se caiga, me dio pena, pero es que no podía contenerme, también salté y salté para alcanzar su cara y llenársela de lengüetazos… ayy es que la amo tanto!
Mi mamá también estaba muy feliz de verme, me abrazó y se puso a llorar, me dijo que se le rompió el corazón cuando la tormenta empezó a caer, sabiendo que yo estaba perdida, dijo que había sentido tal impotencia que pensaba que iba a enloquecer. Luego habló un largo rato con los papás humanos que me salvaron y les dijo que cuando vio su publicación supo de inmediato que era yo y se echó a reír, pues eso que había hecho era muy típico de mi; no entiendo porque les causa tanta gracia, yo solo hice lo que cualquier perrito seguro de sí mismo haría.
Finalmente nos despedimos y volvimos a casa, pero lo bueno de todo lo que pasó es que hicimos nuevos amigos y mi mamá y yo los visitamos con regularidad para jugar y pasar tiempo juntos. A propósito, los perritos de los papás humanos se llaman Hollis, Jupiter y Zeppelin y los quiero mucho.
Bueno ya les conté todo, adiós.