Escuchó ruidos en su puerta, cuando abrió había una pandillita de animalitos esperándolo


Dos perritos y un gatito constituían el curioso grupo que a toda costa intentaba colarse en la casa de este joven periodista.

JP Brammer, un periodista que trabaja para un diario digital en la ciudad de New York, estaba en su departamento terminando de escribir un reportaje en la noche cuando comenzó a oír unos ruiditos muy extraños en su puerta, parecían como leves rasguños. Al comienzo se asustó un poco, pues recordó todas esas películas de terror que había visto, pero inmediatamente supo que debía ser valiente e ir a inspeccionar.

Con todo cuidado, se asomó por la mirilla de la puerta y lejos de ver algún fantasma o monstruo, se encontró con la imagen del trío más lindo del mundo: se traba de dos perritos y un gatito.

Brammer reconoció a los perritos y supo que vivían en el departamento de abajo, porque en algunas ocasiones se los había encontrado cuando regresaban con sus dueños de alguno de sus paseos de rutina al parque, pero al gatito no lo había visto antes.

El caso es que ellos eran los responsables de los ruiditos y al parecer querían que él les abriera la puerta y así lo hizo.

Los perritos se limitaron a batir su colita de lado a lado, saludando a su vecino, pero el gatito, sin ningún asomo de verguenza, entró como si de su propia casa se tratara, se dio una vuelta por todo el lugar, se frotó contra los muebles.

En cierto punto descubrió la cama de Brammer y decidió que era la hora de tomar una siesta.

Como el hombre sabía que los perritos pertenecían al depa de abajo, los llevó a su hogar, pero al bajar las escaleras se encontró que la puerta estaba abierta de par en par, lo que le pareció muy extraño. Tocó y llamó para ver si alguien respondía pero no sucedió nada, entonces se limitó a meter a los perritos y cerrarles la puerta, no obstante, ni bien se había dado la vuelta cuando vio que la puerta se abrió de nuevo, fue entonces cuando se dio cuenta que los traviesos peluditos sabían como abrir la perilla de la puerta y escaparse de su casa.

Preocupado, entendió que no los podía dejar allí solitos, pues podían llegar a salirse del edificio, extraviarse en la calle o correr todo tipo de peligros. Comprendió al fin que había sido designado como niñera de peluditos esa noche.

Dejó una nota en la puerta de sus vecinos para cuando llegaran supieran en donde estaban sus animalitos y se los llevó a su casa, en donde el gatito aún seguía dormido.

Para ese momento ya era la 1:00 Am y no podía salir siquiera por algo de comida porque temía dejar al trío de peluditos solos y que se escaparan, ya que sabían como abrir las puertas de ese edificio. Afortunadamente los refuerzos llegaron.

Otros vecinos de un departamento cercano que también tienen perritos, vieron la nota que Brammer dejó y fueron a ayudarle. Llevaron juguetes y comida y se ofrecieron a relevar de su labor de niñera al hombre. Ellos le confirmaron que el gatito también pertenecía al mismo hogar que los perritos y propusieron llevarse a los canes a dar una vuelta al parque, ya que llevaban varias horas encerrados y tal vez necesitaban hacer sus necesidades.

De regreso, encerraron a los tres en el departamento y ajustaron la banda con una cinta para que no pudieran escapar nuevamente. Algunas horas más tarde los dueños aparecieron y fueron a darles las gracias a sus solidarios vecinos. Resultaron ser unas personas muy dulces y amables.

Y así fue como terminaron las expediciones de estos tres traviesos hermanitos que se rehusaban a esperar a su padres humanos juiciosos en su departamento.

Fuente: JP Brammer.