Esta gatita llegó enferma al refugio, pero los abrazos de la cerdita la ayudaron a curar


Los animales nos dan una lección de amor. Sin importar la especie, ellos aman a todos los seres por igual.

La historia de Marina, una gatita y Laura, una cerdita, inició en las instalaciones del Santuario Igualdad Interespecie, en la ciudad de Santiago de Chile. Un lugar en el que respetan y protegen la vida de todos los animales, sin hacer ningún tipo de excepciones.

Una injusta vida que dejar atrás.

Desde el 2011 este refugio pone sus más grandes esfuerzos en proteger los animales que sufren los abusos de las industrias alimenticias, pero también abren sus puertas a otros animalitos domésticos y de granja, que han tenido que pasar por situaciones realmente tristes.

Este es el caso de Laura, una cerdita que fue llevada al refugio, luego de que un grupo de activistas animalistas de la ONG EligeVeganismo, la salvarán de vivir toda su existencia encerrada en un criadero.

Desde su nacimiento había permanecido en ese lugar al lado de su madre y algunos hermanitos, pero tristemente todos ellos perdieron la vida, mientras que ella, una indefensa y frágil bebé, tuvo que enfrentarse a la pérdida de su colita y sus dientes, dos prácticas inhumanas que realizan para que entre los animalitos no se muerdan sus extremidades y para que al momento de amamantar no lastimen a sus madres, todo con el fin de tener lo que ellos definen como «producto» en buen estado.

 

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Habiendo vivido todo esto, Laura fue llevada con todo el profesionalismo al santuario, donde prometieron cuidarla y amarla hasta el final de sus días, aunque entre los planes internos de la institución no estaba que alguien realmente especial llegara a su vida, para que entre las dos se dieran el apoyo mutuo que ni los mismos rescatistas hubieran podido ofrecer.

En difíciles condiciones también llegó Marina, una gatita que fue encontrada por un transeúnte con pocas horas de vida y ante la posibilidad de cambiar su destino, decidió llevarla al Santuario Igualdad Interespecie para que allí, pudieran ayudarla.

 

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Un comienzo difícil y una vida llena de oportunidades.

Cuando Marina llegó a la institución, se dieron cuenta que su ojitos parecían tener un serio problema, además por los días en que había estado en la calle sin el cuidado de su mamá felina o un adulto responsable, su estado de salud era preocupante.

De inmediato, los trabajadores empezaron a luchar por salvar su vida, mientras que la pequeña gatita, se aferró a la felicidad de que alguien por primera vez la hubiera visto con amor y solidaridad, sin tan siquiera pensar que algo doblemente mejor le tenía preparado el destino.

 

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Poco a poco la pequeña Marina, fue recobrando la vida y al día siguiente de su llegada al santuario, era una gatita completamente distinta.

Acompañada de su espíritu curioso y en medio de una divertida expedición por el lugar, tuvo oportunidad de conocer a Laura, que aún temblaba de susto, al encontrarse en un sitio ajeno a su realidad y rodeada de personas desconocidas que según ella le causarían daño, por experiencias pasadas con los seres humanos.

Al ver las condiciones en que estaba la porcina, la minina quiso hacerse amiga de la cerdita y en cuanto tuvo la primer oportunidad, se acercó lo suficiente como para tenderle su patita, sin saber que iba a ser la cerdita quien la ayudaría a recuperarse de sus problemas de salud y también de los emocionales.

Una pareja dispareja, pero llena de cosas lindas que ofrecer.

Las diferencias físicas eran bastante notorias y lo único que Laura y Marina compartían, eran sus ganas de crecer sanas y felices, por lo que entre las dos trabajaron para hacer de sus primeros años, los mejores de sus vidas.

Con el pasar de los días la amistad de estas dos pequeñas fue evidenciada por los trabajadores del refugio, quienes pensaron que esta ocasión sería una buena oportunidad para que ambas sanaran sus heridas, así que se encargaron de brindarles espacios en los que pudieran fortalecer su relación.

 

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Cada día, las amigas fueron compartiendo más actividades, ya era usual verlas comiendo juntas y jugando, pero en realidad, lo que más disfrutaban era tomar largas siestas, en las que de seguro ambas se sentían acompañadas por alguien que en realidad las amaba.

Su linda amistad fue dada a conocer por el santuario para que cientos de internautas comprendieran el significado que tiene para los animalitos las palabras amistad, solidaridad y amor, esos mismos valores que diariamente una cerdita y una gatita demostraban genuinamente en cada fotografía y video en el que eran protagonistas.

Ahora cada una de ellas se encuentra disfrutando de una vida realmente hermosa, en la que de seguro agradecen haberse encontrado con sus rescatistas en el camino.

Aplaudimos la hermosa labor del santuario y esperamos que cada día sean más los animalitos que tengan la oportunidad de vivir una vida digna y tranquila, sin temer por su vida o su futuro.

Fuente: Santuario Igualdad Interespecie.