No lo podían cuidar, pero una vecina le salvó la vida dándole comida por una ventana


Su familia quedó varada en Wuhan y no pudieron regresar a Guangzhou por él, menos mal tenía un ángel viviendo en la casa del frente.

La crisis causada por el Coronavirus ha dejado cientos de afectados, desde los que tristemente han perdido a sus seres queridos, pasando por los que se encuentran a kilómetros de distancia de sus familias, hasta los más inocentes e indefensos: los animales.

South China Morning Post

Por la epidemia del COVID-19, muchas personas se han visto obligadas a abandonar sus casas y con esto un desolador panorama aparece lentamente… ojitos y patitas jugando con las cortinas, olfateando debajo de las puertas o mirando fijamente por las ventanas, esperando que sus dueños un día, pronto, regresen.

Una situación así fue la que vivió Zai Zai, un tierno perrito de raza Golden Retriever, que se quedó solito en su casa ubicada en Guangzhou, una ciudad al noroeste de Hong Kong, pero no porque su dueño a voluntad lo dejara atrás, sino porque días antes de que la epidemia se saliera de control tuvo que hacer un viaje de negocios a Wuhan, la ciudad origen de la enfermedad, algo que hacía regularmente. Los tiquetes tenían fecha de ida y de regreso, pero aquella crisis sanitaria que se empezaba a propagar rápidamente no permitiría el pronto reencuentro de padre y perrito.

Un perrito esperaba ansiosamante en la puerta el regreso de su amado dueño.

El cierre de algunos negocios y unas reuniones pospuestas, retrasaron su regreso e inesperadamente se juntaron con el aislamiento social decretado horas antes de su partida, lo cual tomó por sorpresa al hombre, quien intentó avisar a sus conocidos que su perro se había quedado solo en casa y que su comida pronto se acabaría. El preocupado dueño tenía pocas opciones, pues sabía que las demás personas estaban igual que él, en cuarentena total.

Mientras tanto el perrito seguramente se preguntaba porqué su padre humano tardaba tanto en sus viajes y aún el sonido de las llaves abriendo la puerta no se escuchaba. Zai Zai, el perrito, al estar encerrado en su casa, no tenía otra opción que esperar.

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El perrito, dormía, jugaba con un juguete viejo que había encontrado debajo de una mesa, se enrollaba en una sabana llena de pelitos amarillos que estaba sobre el sillón, iba al cuarto de su dueño pero nada hacía que él volviera. No entendía por qué su padre no regresaba. Se encontraba solo en la casa y aunque se caracterizaba por ser muy obediente, las cuatro paredes lo abrumaban, no había ladrido que despertara la atención de nadie. Estaba sólito o eso creía él.

Wuau Wuau ¿Alguien puede ayudarme?

Como única escapatoria a tan desolador panorama, el perrito decidió asomarse por la que vio como la mejor comunicación con el resto del mundo o quizás la salida hacía una calle en la que encontraría agua y un poco de alimento, algo que en su casa no se veía hacía varios días. Por medio de una pequeña ventana, de delgados barrotes pero que sus fuertes colmillos no podían romper, Zai Zai diariamente se asomó durante horas hasta que alguien se fijó en él.

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Sus insistentes ladridos habían llamado la atención de una vecina de apellido Xu, quien al comienzo vio al perrito salir por la ventana de barrotes y pensó que adentro estaba su dueño, recluido igual que ella, pero al pasar de los días y al verlo cada vez de peor semblante, hambriento y más triste entendió que el animalito se había quedado solo, sin demora, ideó una forma de ayudarlo.

Un salvavidas llegaba finalmente.

Xu lo mimaba a lo lejos y Zai Zai levantaba sus orejitas y movía su colita, el perrito estaba feliz de que después de unos largos días alguien se percatara de que él estaba ahí. Ella llamó por la ventana varias veces, pero nadie le respondía y esa precisamente era una respuesta, el peludito estaba solo en casa y posiblemente el alimento que le había dejado su dueño ya se había acabado.

¨¿Dónde está tu dueño?¨ – le preguntaba confundida la mujer al perrito, aun sabiendo que no iba a tener una respuesta concreta, pero Zai Zai solo le prestaba atención, tenía tanta hambre que su cabecita no pensaba en nada más. ¨Tranquilo te voy a alimentar hasta que tu padre regrese» le decía sonriendo la mujer, mientras que él saltaba de la emoción en su pequeña ventana, quizás por escuchar esa palabra que asociaba con comida. Al cabo de un rato, Xu desapareció por unos minutos de la vista del perro pero rápidamente había vuelto… y lo mejor con comida!

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La mujer era consciente de la distancia que los separaba, por lo que sabía que tenía que hacer un puente entre ella y él para poder pasarle la comida. Un palo de escoba ahora le servía a ella como instrumento para llevar a cabo su mejor acto de ayuda por el otro. Con ingenio sujetó unas salchichas, a una de las puntas de aquel salvavidas poco convencional, de igual manera con ayuda del mismo le hizo llegar al perrito unos huevos cocinados, porque la proteína es muy necesaria y finalmente le extendió una botella con agua, que tenía un orificio para que el sediento Zai Zai metiera su hocico y bebiera hasta acabársela, igual ella iba a estar al frente de su casa para asegurarse de que el perrito siempre estuviera bien.

Una ayuda definitiva.

Xu repitió la valiosa tarea de prestar ayuda a este perrito durante seis días hasta que finalmente el dueño de Zai Zai logró ponerse en contacto con el encargado del edificio a quién le pidió que abriera su casa para que revisara si su perrito estaba bien. Luego de la revisión, el encargado del edificio y el dueño del perrito acordaron que Zai Zai sería llevado a un refugio para que le pudieran dar la atención y cuidados que necesitaba, pues solo en casa su vida corría peligro.

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Zai Zai fue llevado a un refugio de manera temporal, en el que está siendo cuidado y amado mientras llega su papá humano a recogerlo. De vez en cuando, recibe la visita de Xu, la amiga que lo cuidó por unos días y con la que estará eternamente agradecido.

Desconocemos qué pasó luego de que Zai Zai fuera trasladado al refugio.

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Nuevamente hacemos un llamado a nuestros lectores para que se informen adecuadamente y nos ayuden a difundir que los animales no transmiten el virus, la Organización Mundial de Salud ya lo ha confirmado en varias ocasiones. Lo que si debemos hacer es tener un especial cuidado a la hora del paseo diario lavando sus patitas antes de entrar en casa, pero lo que no se nos puede ocurrir, es dejar a esos bellos angelitos a la suerte y mucho menos botarlos a la calle. Hemos sido compañía el uno con el otro y está crisis no tiene porque acabar con el amor que durante años o meses hemos forjado.

Mira en el vídeo a continuación la forma en que Xu logró durante esos seis días mantener vivo al perrito que se encontraba solito en casa.

Fuente: South China Morning Post