Los perritos tienen la edad mental de un niño muy pequeño, por eso abandonarlos es el acto más indolente.
La perrita de nombre Kairi, ahora tiene una nueva familia que la ama y la entiende, ella, por su lado, también poco a poco comienza a confiar en ellos y a verlos más como su familia.
Kairi, es una perrita que durante muchos años vivió rodeada del amor y el cuidado de una familia, sin embargo, cuando ella entró en su etapa de vejez, más exactamente a sus diez añitos de vida, su familia sufrió un terrible accidente que les quitó la vida, haciendo así que la peludita quedará huérfana.
El caso de Kairi llegó a oídos del refugio Animal Rescue League Of Iowa, que no dudó ni un segundo en llevarse a la peludita a sus instalaciones para ponerla a salvo y ayudarla a encontrar un nuevo hogar.
A Kairi le esperaba una nueva oportunidad.
El cambio para la peludita sin duda alguna fue muy fuerte, ella constantemente tenía una mirada triste, preocupada y que reflejaba mucho anhelo, sin embargo, en el refugio se mostró como una perrita juiciosa y muy noble, hacía caso y se alegraba cuando alguien iba a visitarla y hacerle compañía.
Por cosas del destino y la vida, Nicole Marie Wasieleski, era una voluntaria que pertenecía al refugio, ella constantemente pasaba a visitar a Kairi y poco a poco comenzó a sentir como entre ellas se generaba un fuerte vínculo.
Con el tiempo Nicole no sólo empezó a sentir amor en su corazón por aquella perrita, sino también sentía mucha necesidad de aliviar esa tristeza y dolor que sabía habitaba en el almita de le pequeña peludita.
Un día, sin poder controlar las voces de su corazón y de su cabeza que le decían “adoptala“, no tuvo más remedio que decirle a las personas encargadas del refugio que le había encontrado un nuevo hogar a Kairi, pues de ahora en adelante, la chiquita pertenecía a su hogar.
La perrita ahora tenía un hogar, pero no encontraba aún paz.
Aunque el animalito había encontrado un hogar junto a Nicole, su esposo y otros dos perritos que ya hacían parte de la familia, a la chiquita le estaba costando mucho adaptarse y entender todos los cambios que estaban ocurriendo en su vida.
Nicole pronto entendió que a la chiquita le faltaba algo que sintiera que era propio, no algo que de cierta manera le estaba siendo impuesto, pues de todas formas, todo lo que se le ha hecho después de la partida de sus padres humanos, ha sido sin tener en cuenta su voluntad, claramente pensando en su bienestar, pero igual para ella, todo este desarrollo ha sido un proceso donde todo ha sido muy rápido y atropellado.
Fue entonces cuando su nueva mamá tuvo la idea de llevarla a una tienda de mascotas y hacerla escoger un juguete que ella sintiera que era completamente suyo.
Después de varias olisqueadas por toda la tienda, Kairi escogió su nuevo juguete, un dinosaurio de color rosa con azul.
A los nuevos papás de Kairi les pareció divertido la decisión de la pequeña y se rieron, por lo que siguieron intentando darle juguetes más típicos de un perro, como son las pelotas y los huesos, sin embargo, ella los ignoró y llevó al dinosaurio por toda la tienda sin soltarlo, finalmente, se aceró decidida a la caja registradora, pidiéndole así a sus papás que por favor le pagarán su nuevo muñequito.
Sin más remedio, todos se fueron a casa con un nuevo dinosaurio rosa.
Sin duda alguna, el nuevo juguete significó mucho para la peludita, pues este se convirtió en su compañía y consuelo, lo llevaba a todos lados consigo, lo arrastraba por el suelo y dormía con el peluche mientras lo abrazaba.
Antes de que llegará a la casa Dino, el nombre del dinosaurio, Kairi, por temor de perder a su familia y quedarse nuevamente solita, tenía un comportamiento típico de la ansiedad de separación, pues cada vez que sus papás humanos se iban y ella quedaba en casa, ladraba y lloraba sin parar, además de que mordía y dañaba las cosas.
Sus papás, buscando una solución a la problemática, comenzaron a dejar a Kairi metida en jaulas con cobijas que tuviera el olor de ellos, con comida y agua suficiente para que ella se sintiera segura y cerca de ellos.
Sin embargo, eso no fue suficiente, pues la pequeña en la jaula continuaba ladrando y aruñaba la reja, pero todo cambio a partir de que Kairi tenía a su muñeco, pues a partir de ese momento, el juguete hizo su magia y Kairi comenzó al fin a sentirse en paz.
Estábamos muy preocupados porque ella ladraba y arañaba la perrera y no queríamos que se lastimara. Cuando Dino está con ella, ¡ella está en silencio! – Comentó Nicole a The Dodo.
Kairi es tan noble, que incluso le presta su juguete favorito a sus hermanos perrunos, eso si, les deja en claro que no pueden dañarlo como hacen con el resto de juguetes, ellos, muy juiciosos e inteligentes, parecen entender lo importante que es para Kairi el dinosaurio, por lo que juegan con él pero nunca lo rompen y siempre se lo devuelven a los pocos minutos.
Kairi al fin consiguió encontrar el amor y la paz que su almita necesitaba.
Kairi se está adaptando poco a poco a su nuevo hogar, un gesto recurrente que tiene de amor y confianza hacia sus padres, es poner una de sus grandes patitas encima del brazo de alguno de ellos, esto en símbolo de agradecimiento por la segunda oportunidad que ellos le brindaron.
Aunque ahora la pequeña Kairi ya ha encontrado más tranquilidad dentro de su ser, aún es muy dependiente de su dinosaurio, por lo que sus papás, por precaución, fueron a la tienda y compraron un dinosaurio idéntico a Dino, eso si, no quisieron que Kairi se enterará de la existencia de este, pues no quieren que la peludita se obsesione con dos Dinos, pues este, será utilizado sólo si se pierde o se daña el auténtico Dino.
Si quieres apoyar el trabajo que hace la fundación que salvó a Kiari, puedes donar recursos o hacer algún voluntariado como lo hace Nicole, si estás interesado, puedes contactarte directamente con ellos en su Facebook Animal Rescue League of Iowa.
Fuente: TheDodo.