Perrito callejero salta de la emoción al ver que un joven le había comprado comidita

Sus saltitos son la muestra más clara de la felicidad que les da recibir un poco de comida.

Un joven que iba a comprar unas galletas para un antojo, se encontró deambulando por las calles a este perrito el cual se quedó mirándolo fijamente. Al final se regalaron cosas mutuamente: él le dio unas croquetas y el perrito le enseñó la más linda forma de agradecimiento, pues mientras se marchaba moviendo su colita, volteó a mirarlo en repetidas ocasiones.

Victor Valdivia

El abandono de animales se ha vuelto una problemática más visible, solo basta con caminar un par de cuadras para ver perritos descansando en las aceras o buscando su alimento en tiendas o casas. La fundación Día de los animales, calcula que alrededor del mundo hay 600 millones de perros y gatos abandonados y uno de los países con la cifra más alta es México.

Aún con estas cifras mexicanos de buen corazón quieren cambiar la historia.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay entre 18 mil y 30 mil animales en las calles luchando a diario por sobrevivir, para Víctor Valdivia, protagonista de esta historia, la cifra debe empezar a disminuir notablemente.

Unos meses atrás el joven mexicano salió de su trabajo en busca de su galleta favorita, un antojo lo motivó a caminar a una tienda cercana, pero nunca pensó encontrarse con este tierno perrito callejero que le daría una gran lección de vida.

Captura Vídeo Víctor Valdivia

En una esquina sintió que alguien lo observaba y así era, el perrito de color negro lo miraba y le movía la colita amigablemente, como diciéndole con sus alegres movimientos Hola, ¿A dónde vas, te acompaño? Jugaron unos minutos, el peludito saltaba sobre sus piernas, Víctor le acariciaba sus orejas y suavemente le halaba su colita, aquella divertida respuesta hizo que el peludito tomara confianza y decidiera acompañarlo en su corta travesía. No cabe duda que en actos tan sencillos, estas lindas almitas siempre ven lo mejor de nosotros.

Victor miró su reloj, se hacía tarde y era hora de regresar al trabajo, pero aún no había comprado nada. Corrió al supermercado y junto a él iba el juguetón perrito que había conocido cuadras atrás. La gigantesca puerta automática separaba los cuerpos de aquella amistad que se había formado calles atrás, pero no los corazones, ni mucho menos el sentimiento de ternura y ayuda que el perrito había causado en el joven.

Algo para él… algo para mí, seguramente pensó Víctor.

Víctor estaba en la mitad del pasillo, rodeado a ambos lados de cualquier cantidad de galletas y mientras escogía la suya, pensó en que el perrito también debía tener ganas de comer algo y que más que un antojo como le ocurría a él, debía ser hambre real.

Tristemente se preguntaba cuánto tiempo llevaría el tierno perrito sin probar bocado, por eso caminó hasta la sección dedicada a esos lindos seres que alegran nuestras casas y allí entre tantas opciones, escogió para comprarle la que para él era la más deliciosa: una bolsa de comida para perros que se veía que cumplía con los requisitos de nutrición.

Captura Vídeo Víctor Valdivia

Al salir de la tienda Víctor vio que el perrito estaba esperándolo ansiosamente, como si supiera que el joven le había comprado algo y sí, tenía toda la razón. Una bolsa de croquetas era el regalo para este inteligente cachorro, que había sido capaz de ganarse el corazón del chico en unos pocos minutos.

“Ábrelo, ábrelo”, le decía con sus movimientos el deseoso perrito. Víctor puso la bolsa de comida en el piso y el can empezó a comer rápidamente, lo que afirmaba lo que el joven había pensado minutos atrás, llevaba días sin comer. En una vasija de plástico, el chico le puso un poco de agua, lo que sería su sobremesa. Lo acompañó mientras comía y luego de un largo tiempo de comer, beber y hacerle mimos al joven, el perrito se fue.

Ambos estaban alegres, Víctor tenía una gran sonrisa y el perrito movía su colita, pero lo que vendría enseguida, era algo que acabaría de demostrarle al joven todo el amor que hay en el corazón de este animalito.

Mientras el peludito se marchaba a recorrer nuevos horizontes, en repetidas ocasiones lo volteó a ver y le seguía moviendo la colita, de seguro le estaba diciendo: “Chao amigo humano, gracias por esa comida tan deliciosa, no la olvidaré”. Víctor solo lo miraba a lo lejos.

La misma comida pero con un sabor diferente.

Luego de alimentar al perrito, el joven finalmente pudo disfrutar de su antojo, las galletas le parecieron tener un sabor distinto. Tal vez sería que por el noble gesto de generosidad, que había tenido esa mañana, las galletas mágicamente recibieron un poco de lo mismo que él había ofrecido desinteresadamente: amor!

Mira en el vídeo a continuación al tierno perrito dando saltitos de agradecimiento por haber recibido un poco de afecto de un desconocido:

Tal vez como esta conmovedora historia existan muchas más y nos alegra saber que estos perritos, de vez en cuando, se cruzan con ángeles que deciden cambiarles un día de su vida. Si en algún momento tenemos la oportunidad de hacer algo por estos bellos seres, hagámoslo, pues nunca sabremos cuándo fue su última comida, ni cuándo se vuelvan a topar con alguien con tan buen corazón para ofrecerles una. No nos quita mucho tiempo y por el contrario sentiremos una alegría indescriptible.

Fuentes: Víctor Valdivia.