Él no podía adoptarlo pero le construyó una casita, así este perrito de la calle no volverá a sentir miedo o frío en las largas noches de lluvia.
Muchas personas dicen amar a los animales, pero pocos lo demuestran verdaderamente. Para Julio Hernández los actos valen más que mil palabras, es por eso que decidió hacerle una casa a quien cariñosamente llama Spike, el perrito que conoció debajo de un puente en Sacatepéquez.
El perrito vivió al sol y al agua por mucho tiempo en el Caserío Bozarreyes, en Guatemala. De raza criolla y con dos aureolas negras en sus ojos, el peludito pasaba la mayoría del tiempo en esa zona, tenía algunos amigos que de vez en cuando le daban algo de comida pero su situación empeoraba pues la temporada de lluvias estaba cerca y sin un techo donde dormir, este angelito de cuatro patas preocupó a un hombre muy especial.
Un pintor llegó a poner color a su vida.
Su nombre es Julio Hernández y trabaja como pintor publicista en San Miguel Dueñas, Sacatepéquez. Este héroe sin capa se preocupa a diario por los perritos callejeros, pero esta vez el turno fue para Spike, como lo llama cariñosamente al animalito.
El perrito veía de vez en cuando a su amigo, porque a veces estaba en otra parte o con su amigos perrunos, pero cuando le daba chance lo acompañaba a la estación del bus y no se iba hasta que el vehículo estuviera lejos. Así, esporádicamente fue ganándose su cariño y cuando lo veía sabía que tendría su porción de comida asegurada, como símbolo de agradecimiento movía su colita.
El señor Julio, angustiado por la ola de lluvias que se aproximaba y las difíciles condiciones de vida del perrito, decidió construirle una casa de madera en la que pudiera dormir y resguardarse del frío.
Tomó la decisión de construir la casa debajo del puente, no quiso hacerla en otra parte, pues Spike ya conocía el barrio y se había hecho amigo de varios residentes que de vez en cuando le daban algo de comida.
Luego de unas horas de trabajo la casita de Spike estuvo terminada y cuando Julio se la presentó el perrito parecía que no podía creerlo, incluso, antes de entrar, dubitativo, pensó durante un par de minutos, si era una buena idea confiar o si sería una trampa, finalmente, decidió darle una oportunidad a aquella caja de madera que se veía tan tentadora para usar de resguardo.
¿Y esto amigo humano, es para mi? Le preguntaba temeroso.
El perrito miró y olfateó un par de veces antes de comprender que la casita era toda suya, que era un regalo que la vida y este hombre le habían dado luego de haber estado tantas noches solo y con frío.
Haciendo los particulares círculos que hacen los perros antes de acostarse, Spike entró a su nueva casa y se sintió tan amado como nunca lo había sido. El lindo acto de este hombre, había alegrado el alma, la vida y las noches de este tierno perrito que con un lengüetazo le hizo saber cuánto le agradecía.
Julio Hernández, un superhumano.
Aunque no es la primer vez que este hombre recibe muestras de cariño de este tipo, su corazón las recibía con la misma emoción e ilusión que las otras veces. El amor y la ayuda de Julio Hernández hacia los animales inició años atrás, en el 2015, cuando encontró herida a una perrita que había sido arrollada por un auto, inmediatamente la recogió, la llevó a su casa y la llenó de cuidados para que se recuperara.
Luego de este maravilloso acto, él hombre se ha encargado de ayudar a cientos de perros. Ha fabricado comedores que han sido puestos en distintas calles del municipio, ha asistido a perros atropellados y en otros casos los ha llevado al veterinario. A pesar de sus dificultades económicas él y su esposa no desaprovechan ninguna oportunidad para ayudar a los que más lo necesitan.
Historias como estas engrandecen a la humanidad y nos hacen pensar que aún tenemos oportunidad para mejorar el mundo.
Actualización – Un final feliz.
Gracias a la difusión que tuvo este caso, una familia de generoso corazón quiso adoptar al perrito Spike, ellos agradecieron que el señor Julio le construyera esa casita, pero sentían que no debían permitir que el tierno animalito pasara más tiempo en la calle, pues allí las condiciones de vida son muy duras para cualquier peludito.
Fue en cabeza de Rosario Zúñiga que esta familia llegó al lugar donde el perrito vivía para llevárselo a casa con ellos, para así brindarle un hogar que lo cuidará hasta el último de sus días.
Agradecemos a las personas que en una cadena de buenas acciones hicieron posible que hoy un perrito más sea contado entre los afortunados que tienen hogar.
Esperamos que la casita que el señor Julio le construyó ahora sirva de refugio para otro callejerito que la necesite.
Fuente: Guatemala I, Guatemala II.