Lo primero que tiene que aprender un niño es el respeto por la vida, luego viene el resto.
El nombre de esta heroína es Betsy Ross, vive en Visalia, California con su esposo y sus tres hijos, pero lo que nunca pensó fue que en un salida al parque esta amorosa mujer, después de tantos años, volvería a desempeñar su papel de madre con un hijo un poco diferente a ella.
El instinto de madre siempre está intacto.
Betsy y su familia se encontraban jugando pickleball, un deporte que combina el tenis y el ping pong, cuando se percataron de la presencia de un nido que a simple vista parecía haber sido destruido. La escena fue realmente triste pero cuando miraron más a fondo, descubrieron que había un huevito que tenía una pequeña ruptura, pero que aún esperaba por alguien que cuidara de él.
Al ver que el huevito estaba intacto, Betsy decidió llevarlo consigo a su casa y el lugar que ella encontró más seguro para tenerlo en su momento, fue en su pecho, ese mismo lugar que durante años le sirvió a su hijos para recibir calor humano y eso era lo que necesitaba el indefenso polluelo. Ella lo llevó consigo aunque no creía que pudiera salvarlo, pues aunque se consideraba una buena madre, lo que sabía se alejaba completamente de aquella situación ya que nunca había incubado un huevo.
Llamó a la organización de fauna local de su ciudad pero allí le dijeron que no recibían huevitos, pero que podían ayudarle con él luego de que naciera. Betsy decidió dar lo mejor de si y empezó a investigar cómo empollar un huevo en casa, pues no tenía los recursos para comprar una incubadora avícola, pero si las intenciones de ayudar y cuidar aquel hijo plumado que la vida le había puesto en su camino.
Lo primero que descubrió fue que los huevos necesitan un poco de calor y humedad por lo que decidió dejarlo donde estaba, entre sus pechos, ya que como todos sabemos ahí es muy calientito y en ocasiones cuando hace mucho calor hay uno que otro fluido corporal, adicionalmente debía rotarlo 4 o 5 veces al día. Así pasaron aproximadamente 35 días, hacía todo con su polluelo entre el sujetador y solo lo dejaba cuando tenía que bañarse e ir al supermercado.
Lo llevé 35 días en el sujetador, dormía con él también. Soy de talla grande, así que cabía bien entre mis pechos. Cuando tenía que ducharme, lo sostenía mi marido. Me figuré que si mamá pato tiene que irse de vez en cuando a por comida, no pasaría nada por dejarlo mientras me duchaba – Dijo Betsy Ross a Bored Panda.
Cumplió el papel de lo que llamamos mamá canguro.
Betsy siguió su camino apoyada del Internet y luego de unos días descubrió, que ya no necesitaría más rotación sino un poco más de humedad y nuevamente su amor por su hijo plumado puso a volar su creatividad. El plan fue puesto en marcha con ayuda de una lámpara, una cubeta de agua, una vasija plástica, bolsas y mucha cinta aislante, el fin era construir una especie de caja incubadora de huevitos. Finalmente luego de unos días dentro del huevito empezó a sonar y a moverse algo.
A los 35 días comencé a oírlo piar débilmente, y su pico empujaba la cubierta del huevo – Contó Betsy Ross a Bored Panda.
Betsy esperó un día más la evolución de su pequeño hijo pero algo parecía estar mal, por lo que llamó a su veterinario de confianza. Según lo que el profesional le explicó el patito tenía problemas para salir de su membrana, por lo que necesitaría la ayuda nuevamente de su mamita. La mujer debía primero cerciorarse de que su piquito estuviera donde pudiera respirar sin complicaciones, para luego desprender suavemente la cáscara sin lastimar las venas que habían en ella.
Al final medio salió, pero aún estaba conectado a la yema en el fondo del huevo. Me dijeron que era por ser prematuro, pero vi en reddit que era porque no tuvo suficiente calor o la temperatura no fue estable. Lo puse en una toallita y lo envolví con la yema, poniendo antibiótico para que no se infectara. Quizá no fue la mejor idea, pero estaba asustada – Explicó Betsy Ross.
Las mamás no siempre tienen la razón.
Betsy estaba muy asustada por la salud del pequeño patito, pues cuando absorbió la yema totalmente estaba muy débil y no dio señales de vida por varios días, pero su mamita humana estaba ahí para ayudarlo, por lo que diariamente le dio agua y mucho amor para que se recuperara. Así cada cuidado, palabra bonita y atención dieron resultados una grandiosa mañana, en la que el pequeño patito empezó a caminar.
Ella lo dejaba revolotear y nadar en la bañera y los charcos, incluso le hizo una especie de cargadera portátil, para llevarlo consigo a todos lados. El patito tenía claro que ella lo había ayudado y aunque no era de su misma especie la consideraba como su mamita, por lo que caminaba detrás de ella y la extrañaba como cualquier otro hijo.
Me seguía y cuando oía mi voz, se volvía loco y gritaba. Parecía saber cuando me iba sin él, porque mi marido se quejaba de que se sentaba a llorar – Aseguró Betsy Ross.
Al lado de la familia el patito creció sano y fuerte, por lo que Betsy decidió llevarlo a un lugar donde estuviera aún más feliz y cómodo, el lugar fue una granja que no estaba tan alejada de su casa, así podría ir a verlo de vez en cuando.
Sin lugar a duda este lindo gesto hizo que un animalito saliera triunfante de una triste situación, por eso debemos infundir a los niños amor y respeto por todos los seres sobre la tierra, de este modo no habrán animalitos abandonados, maltratados y mucho menos sin cariño que recibir ni a quién dar.
Fuente: Bored Panda.