Los miedos de su pasado y el infinito agradecimiento que siente por quién le dio una nueva vida, no le permiten desprenderse de él ni siquiera para comer.
Ben Johnson era voluntario en un refugio de su natal Kenosha en Wisconsin, Estados Unidos. A diario veía cientos de perritos que necesitaban de protección y amor, sin embargo, no se imaginaba que uno de ellos iba a querer sus abrazos con la mayor necesidad del mundo y sin tener ningún tipo de prevención hacia él.
Un amor profundo.
Dash llegó al refugio en el que este hombre era voluntario después de una temporada de eventos desafortunados y desconocidos para los que lo rescataron. Era un perro grande y atigrado que parecía no poder entablar una relación de confianza con nadie y que, además, tenía cierto cuidado con los extraños, o eso parecía.
Un día, en medio de su trabajo voluntario en el refugio, Ben se acercó al peludito que estaba en el cuarto trasero de la fundación, para no generarle incomodidad o miedo se agachó a su misma altura y la respuesta fue sorprendente: Dash se acercó despacio, recostando su cabeza en su pecho como buscando refugio, tal vez de los miedos que lo acechaban desde su recuerdo. Al ver su confianza Ben puso sus brazos alrededor y 10 minutos abrazados les permitieron sentir una conexión instantánea.
Lo conocí en el cuarto trasero de Human Society. Me acuclillé para no parecer intimidante. Se acercó a mí, puso su cabeza en mi pecho y puse mis brazos alrededor de él, fue un abrazo que duró unos 10 minutos. – Comentó Johnson a The Dodo
De inmediato hicieron una gran amistad, el amor de Ben por los perritos era notorio y cada vez que se cruzaban con Dash, él hacía todo lo posible por obtener unos cuantos abrazos que el hombre no le negaba en lo absoluto. Sin embargo, solo se veían ocasionalmente cuando Ben iba al refugio y a pesar de que en cada ocasión se lo quería llevar consigo, él ya tenía a sus propios perritos por lo que le resultaba imposible contemplar la idea. Lo que venía no se lo imaginaba.
Estaba escrito en el destino.
Ese año Ben se decidió a apoyar a Dash y patrocinarlo en la caminata de caridad anual que hace el refugio cada año. El día de este evento hacía tanto calor afuera que el mismo establecimiento le permitió al hombre llevarse a casa a Dash para darle una noche fuera de las cuatro paredes recurrentes donde vivía el peludito y que se relajara en casa de la familia Johnson.
Pasó una noche increíble acurrucado en el sofá y con libertad para moverse, algo que hasta ese momento no había experimentado. Cuando llegó la mañana y Ben lo buscó para volver al refugio no lo encontraba por ningún lado, unos minutos después finalmente lo halló en el lugar menos pensado: el cuarto de sus hijos donde estaba siendo partícipe de un juego que enterneció a Johnson y lo hizo tomar una decisión definitiva, la mejor de todas.
Nuestro hijo tenía una herramienta de Fisher-Price preparada y le estaba haciendo un examen dental a Dash con un destornillador de plástico. Dash estaba acostado de espaldas con la boca abierta mientras nuestro hijo le hacía un examen completo. Fue en ese momento que nos dimos cuenta de que nunca saldría de nuestra casa. – Dijo Ben a The Dodo.
Su hijo menor estaba jugando con el perrito al dentista y él noble y sumiso como es, se dejaba hacer un examen bucal completo. En ese mismo instante, sin palabras de por medio, toda la familia decidió adoptar al perrito.
Desde ese día Dash hace parte fundamental de esta amorosa familia que lo consiente y le da todo el amor que este viejo perrito merece y necesita.
Abrázame, si no, no puedo comer.
Dash no ha dejado de sorprender debido a lo cariñoso que puede llegar a ser, sin embargo, tiene un horario y un esquema totalmente riguroso para su hora del desayuno y sin cumplirlo es incapaz de comer un solo bocado.
Él muere por los abrazos de Ben, así que, cuando su alimento es servido en su comedero, este agradecido peludito lo mira hasta que consigue lo que quiere: un abrazo o dos, tal vez tres. Solo hasta que alcanza su meta de abrazos se dispone a comer. A veces, incluso, es necesario un cuarto abrazo en una pausa del desayuno antes de retomar su comida.
Requiere al menos un abrazo, a veces dos, y ocasionalmente se detendrá a mitad de la comida para un abrazo extra. – Explicó Ben a The Dodo.
La rutina de los abrazos se repite todas las mañanas y ellos están felices de poder retribuirle algo del amor que él les da cada día. Les parece un intercambio justo.
Aquí puedes ver el tierno video:
Fuentes: Ben Johnson, The Dodo.