También los vende a perritos más afortunados por si la quieres apoyar.
Bolivia y los países que comparten la Cordillera de los Andes en Suramérica, están unidos por tradiciones ancestrales de sus pueblos indígenas que aún hoy se mantienen con el paso del tiempo, una de ellas es el tejido en coloridas lanas que hacen parte de los conocimientos transmitidos entre familias.
Por ello, no es sorpresa que la economía de muchas de las personas que hacen parte del grupo de la tercera edad, se base en la confección y venta de preciosas prendas creadas a partir de horas de trabajo manual.
Ese es el caso de Pilar Ayllón, una abuelita de 76 años nacida en la provincia de Los Andes que se ha dedicado toda su vida al oficio de tejer y, después de haber sacado su familia adelante con ello, hoy subsiste con sus bellas creaciones para perritos y gatitos: abrigos de lana con coloridos diseños que tienen como objetivo protegerlos del frío a la altura de La Paz, la capital del país en la que reside la mujer desde que tiene ocho años.
Sus manos, ejemplo de lucha y resistencia.
Pilar nació en una pequeña provincia donde las opciones eran limitadas. Su familia se dedicaba a las labores del campo y estaba conformada por una gran cantidad de hijos a los que luchaban por sostener en medio de las variantes condiciones de su economía. Tratando de salir adelante y buscando obtener otras oportunidades, la niña de tan solo siete años, fue recibida en casa de su madrina en la capital.
Mi madrina no tenía hijos y ella fue como una mamá para mí. Le gustaba mucho tejer, siempre tejía, y ella fue quien me enseñó. Así es como yo a mis ocho años ya estaba tejiendo. – Contó Pilar a Página Siete.
Su madrina, a diferencia del resto de su familia, la hizo en su centro de atención, enseñándole el oficio que, sin pensarlo, se convertiría en el sustento de toda su vida y su talento más valioso para el futuro: tejer. A corta edad, Pilar se desempeñó como tejedora y aprendió las técnicas y trucos de manera rápida y ágil. De esa manera conformó su familia y sostuvo a sus ocho hijos cuando su esposo falleció, hace 25 años.
Actualmente, después de pasar por innumerables trabajos relacionados con la confección y envejecer al ritmo y vaivén de sus agujas, Pilar se dedica a tejer pequeños abrigos para aquellos que nunca pensó que serían sus clientes: los animalitos. Con lo que gana por estas recientes creaciones, la mujer se mantiene y mantiene su hogar a punta de esfuerzo y valentía, sin embargo, a pesar de las difíciles situaciones y carencias por las que pasa en algunas épocas, el corazón de Pilar es tan grande que incluso ha tenido tiempo para generar una importante labor social con su trabajo.
He tenido que empezar a tejer chompitas y saconcitos y me he venido aquí a El Prado a vender en un espacio que me ha cedido la Alcaldía. Uno de esos días he visto a los perritos y he dicho: ‘¿Acaso no puedo tejer para ellos?’. Eso fue hace cinco años y hasta ahorita me dedico a esto. – Confesó Pilar a Página Siete.
Calentando cuerpos y corazoncitos.
Desde hace un par de meses, producto de la pandemia, la rutina de Pilar cambió. Dejó de tener un puesto en el mercado local y estuvo ausente del comercio durante un largo periodo hasta que, hace un mes, retomó sus ventas. Cada miércoles desde muy temprano en la mañana, la mujer llega acompañada de uno de sus hijos y se acomoda frente a la iglesia del famoso Paseo del Prado junto con sus productos: hermosos abrigos desde las tallas más pequeñas hasta los coloridos abrigos para peluditos enormes.
Con variedad de opciones para todos los gustos, Pilar atiende su negocio pensando en la comodidad y el calor de sus clientes peluditos y, aunque sus ventas han empezado a mejorar con el paso del tiempo, al principio de su incursión en la elaboración de prendas para mascotas, muchas puertas se le cerraron y su sustento diario era muy poco, sin embargo, a finales del año pasado la abuelita decidió colaborar a otros poniendo su labor y su enorme corazón como un granito de arena para la Fundación Alex Rivas, en la que ayudó a dar sacos y abrigos a los animales más necesitados en época de invierno.
Estoy muy agradecida con esta fundación porque me ha hecho propaganda y desde el primer día que he salido a vender me ha ido muy bien. – Dijo Pilar a Página Siete.
Como cada semana, Pilar, con sus manos que denotan el paso del tiempo y un pulso que ya no es el mismo de antes, confecciona entre 20 y 30 sacos que espera exhibir cada miércoles en el paseo. Su labor no solo resalta entre la población de la capital boliviana, también entre animalitos a los que tanto desea brindar calor. Probablemente, según sus propias palabras, seguirá vendiendo de esta forma hasta que concluya el año, por lo cual, si tu deseo es ayudarla, puedes comprarle alguno de sus variados productos en el lugar.
Esperamos que personas como ella sigan teniendo éxito como recompensa por sus nobles actos.
Fuentes: Página Siete, Fundación Alex Rivas.