Callejerito se robaba una y otra vez este peluche de una tienda, hasta que lo denunciaron


Tal vez él no quería sentirse solo en la calle, pero la tienda no quiso regalarle el muñeco, menos mal unos rescatistas iban a cambiarlo todo…

Sisu deambuló quién sabe cuanto tiempo por las calles de Kenansville, un pueblo ubicado en Carolina del Norte, Estados Unidos; como muchos otros perritos pasó desapercibido ante cientos de ojos que nunca se fijaron en él. Así, tuvo que conseguirse su propia comidita y encontrar un lugar donde refugiarse en los días lluviosos o fríos… el día a día de todos los callejeritos.

No quiero estar solito.

Aunque para todos los animalitos es muy duro estar en la calle, tal vez Sisu sea un perrito especialmente sensible a la soledad, quizas es de esos chiquitos que no quieren estar solitos, que son apegaditos, dependientes y necesitaditos de constante afecto… conozco muchos así. De pronto fue esa la razón que lo llevó, un día que transitaba una calle comercial del pueblo, a enamorarse locamente de un unicornio rosado que vio exhibido en la vitrina de una tienda de muñecos. Nos falta siglos a los humanos para enteder porqué, pero Sisu quería a toda costa llevarse a ese hermoso peluche que había visto tras el odioso vidrio que los separaba.

Fue entonces cuando, sigiloso, cruzó la puerta de la tienda y pensando que no había sido visto por nadie, tomó al peluche en la boca y emprendió su huida del lugar. Lamentablemente, si había sido visto y antes de que alcanzara a salir del todo de la tienda, le fue interrumpido el pasó por los empleados del lugar, quienes recuperaron el muñeco luego de que Sisu lo hubiera soltado por el susto de verse rodeado por humanos.

En la tienda pensaron que el incidente había quedado allí y que el perrito, tras el susto, había renunciado a la singular hazaña de entrar y trar de llevarse un juguete, tal vez si fueran una tienda de embutidos, la situación sería más lógica, pero todo el asuto parecía un poco absurdo. No obatante, luego de echarse unas risas por lo acontecido, continuaron su día.

Perrito Cleptómano.

Los trabajadores estaban lejísimos de imaginar con qué clase de perrito estaban lidiando. Sisu se había enamorado de aquel unicornio rosado y no pensaba renunciar tan fácilmente a él. Al día siguiente de su primer intento volvió a la tienda y una vez más tomó al muñeco en la boquita e intentó salir corrindo de la tienda, pero nuevamente fue detenido por el personal del lugar, otro día, otro intento fallido… pero esto apenas comenzaba: Sisu había tenido paciencia toda su vida, siempre aguardando afuera de algún lugar esperando que en las basuras viniera algo de comda, simpre vigilando que la esquinita donde solía dormir ya no tuviera tránsito humano, siempre alerta, siempre esperando un mejor amanecer, esta no sería la excepción, esperaría, pero ese muñeco sería suyo!

No fueron dos, ni tres las veces que el perrito intentó llevarse ese muñeco, fueron cinco intentos antes de que a los dueños de la tienda se les colmara la paciencia. Posiblemente les pareció , cuando menos, inusual que un callejerito intentara entrar a robar a su establecimiento un determinado muñeco, porque no era al azar, él siempre iba por el mismo. No obstante, por más curioso que fuera, ellos no podían permitir que la situación continuara entonces decidieron llamar a control animal para informar sobre el perrito cleptómano que a diario asaltaba su tienda.

Si yo hubiera sido la dueña de ese establecimiento, no sólo le hubiera regalado con todo mi amor el muñeco, le hubiera aprovisionado agua y comida para hacerle más fácil su estadía en la calle, mientras le consigo alguna familia amorosa que le de un hogar para toda la vida, pero lamentablemente no todas las personas pensamos o sentimos igual y los dueños del lugar se limitaron a llamar a las autoridades para que resolvieran la situación.

El rescate.

Afortunadísimamente, las personas que recibieron la llamada reportando a Sisu, fueron los héroes de Duplin Country Animal Services, quienes más alla de atender situaciones que involucren la presencia de animales, procuran el bienestar de estos, por ello, cuando el personal de la tienda les contó la situación, entendieron que estaban lidiando con un perrito muy especial.

También les enterneció mucho que el perrito entrara siempre a buscar el mismo muñeco, sabían que era algo inusual y que tendría gran significado en el anlisis de su comportamiento, también podría ser la clave para llevar a cabo el rescate.

Tal como lo intuyeron, la forma de atraer a Sisu para que lo pudieran atrapar y llevarselo para el refugio, fue el unicornio rosado. Esperaron a que el perrito entrara a la tienda a hacer su intento del día por llevarse a su muñeco y allí lo atraparon. Al principió para Sisu fue muy desconcertante y aterrador, pero gracias a que los rescatistas fueron muy dulces y cariñosos con él, el peludito pudo poco a poco ir relajandose, sin embargo, lo mejor estaba por venir.

La oficial Samantha Lane, sabía lo importante que era aquel muñeco para Sisu y no iba a permitir que el perrito se fuera sin él, así que sacó su billetera y pagó los diez dólares que costaba el unicornio, se acercó a la jaula donde estaba Sisu y se lo dió; de inmediato el perrito lo abrazó y apartir de ese momento no quiso separase de él nunca más.

Un nuevo hogar.

Sisu fue trasladado al refugio, allí todos lo cuidaron y consintieron mucho, lo bañaron le dieron comidita, lo bautizaron con el nombre de «Sisu», le tomaron todos los examenes de rutina para deternimar que su estado de salud fuera óptimo y finalmente lo pusieron en la lista de perritos listos para adoptar.

Como su peculiar historia se había hecho viral, Sisu no tardó en conseguir un hogar, llegaron cientos de solicitudes y finalmente fue entregado a la familia que mejor se perfiló para ser su nuevo hogar.

Esperamos que nunca nada le haga falta a este hermoso perrito y sí… la familia se lo llevó a él y al unicornio rosado también, por supuesto!

Gracias una vez más por leernos y compartir siempre todas las historias que con amor traemos para ustedes, amigos amantes de los animales.