Perdió a su mamá elefante pero esta gran avestruz no iba a permitir que se sintiera solito o desamparado.
Su nombre es Pea y es un gran honor contar su historia, pues fue una avestruz maravillosa que nos dejó a los seres humanos el ejemplo más admirable de amor al prójimo, de solidaridad, de compasión y de una infinita capacidad de amar y cuidar sin que las barreras de la especie importen en lo absoluto.
Pea llegó como cientos de animales han llegado a las puertas del santuario de protección animal Sheldrick Wildlife Trust, buscando una oportunidad, perdida, sola, asustada, débil… era una avestruz bebé que había perdido a su madre, por qué causa? podrían ser tantas las respuestas: cacería furtiva, comercio de mascotas exóticas, devastación de su entorno natural, catástrofes causadas por el cambio climático, en fin, tantas acciones humanas que arrinconan cruelmente a los animales que habitan con nosotros este increíble planeta.
Un hogar para bebés.
El santuario africano ubicado en Nairobi, Kenia, se especializa en acoger bebés de jirafas, rinos, elefantes, jabalíes, hipos, zorros, avestruces, ciervos y todo aquel pequeñito que necesite ayuda, por supuesto, también asisten a animales adultos cuando es requerido, pero su especialidad es acoger a las crías que se han quedado solas, pues saben que en ellas radica el futuro de muchas de las especies aquí nombradas.
Fue por eso que Pea llegó al santuario siendo bebé y allí cuidaron siempre de ella. Era una nublada tarde ese 14 de Octubre del año 2014 cuando miembros del equipo de rescate del santuario salieron del parque para ayudar a un par de elefantes muy pequeños que habían sido reportado por pobladores del sector, no sabían que en su camino también terminarían rescatando a dos hermanos avestruces, una hembra y un macho, de apenas dos meses de nacidos, eran unos polluelos aún.
Ambos sobrevivieron y el macho, llamado Pod, como es usual en su especie, creció y se volvió desconfiado y agresivo, signos de un carácter no tan bueno para vivir en cautiverio pero óptimo para vivir en la naturaleza, por lo que en cierto momento se fue y posiblemente se unió a una manada salvaje. Por su parte, Pea poco a poco fue creciendo y aunque al principio parecía débil, se fortaleció y terminó convertida en un magnifico espécimen. Ella, a diferencia de su hermano, nunca quiso dejar el santuario.
La madre perfecta.
Tal vez por el contacto que desde bebé tuvo con otros animales, incluso de diferente especie, tal vez porque tenía un corazón inmenso y generoso, tal vez por eso o tal vez por mucho más, Pea se convirtió en la tutora por excelencia, por antonomasia, del refugio, amaba a todos los bebés y ellos a ella.
La espectacular ave les enseñaba desde pequeños a tener confianza en las personas que trabajan en el santuario, los abrigaba bajo sus alas cuando hacía frío, se quedaba a su lado cuando se estaban recuperando de cualquier procedimiento médico que les hicieran, los acompañaba a pasear y en resumen, los ayudaba a crecer. Todos la amaban muchísimo.
Jotto, el pequeño favorito.
Sin embargo, aunque Pea cuidó de muchos animales, y siempre lo hizo muy bien, tenía especial debilidad por los elefantes, le encantaban, incluso de pronto, ella misma se sentía un poquito elefante, jajaja, pero toda madre, aunque lo niegue, siempre tiene un favorito y este fue el caso de Jotto un elefante bebé que formó un vínculo increíble con nuestra admirable avestruz.
Jotto fue rescatado con un mes de vida luego de haber caído a un pozo y quedar irremediablemente separado de su familia. Él por si mismo no podría sobrevivir y debía ser recibido por el santuario con urgencia.
Así llegó a las puertas de Sheldrick Wildlife Trust y fue cuando conoció a Pea.
Ella lo ayudó a fortalecerse, le dio calor y, sobre todo, le dio el amor materno que un bebé necesita para superar con éxito la barrera de la infancia. Juntos recorrieron el parque muchas veces, dormían abrazados, se perseguían, unas veces él a ella, otras ella a él, cuidaban de otros elefantitos huérfanos, jugaban con rinos e hipos y también les gustaba mucho acercarse por detrás y picotear o halar los abrigos impermeables de los cuidadores del santuario mientras estos hacían las cansadas labores que se desprenden de cuidar animales tan grandes como ellos.
De sus momentos juntos, salieron preciosas imágenes que inmortalizaron su fortísimo vínculo, en ellas, avestruz y elefantito, vivirán siempre juntos, jóvenes, animosos, enérgicos, tiernos y felices.
La muerte toca la puerta de todos, hasta la de una noble avestruz.
El 25 de noviembre de 2016 mientras Pea y Jotto, junto a otros elefantes de más o menos la misma edad, paseaban por el bosque, tres leones del Parque de Nairobi que habían escapado recientemente, lograron introducirse en el santuario y atacaron al grupo de elefantes guiados por la avestruz. Todos entraron en pánico y corrieron tan rápido como les fue posible, los elefantes lograron escapar y llamaron la atención de los cuidadores del lugar, quienes inmediatamente notaron la ausencia de la avestruz, que nunca se separaba de sus elefantitos. Recorrieron el camino de huida marcado por las pesadas huellas de los paquidermos y tan solo unos metros más allá de la frontera del bosque, hallaron a los leones alimentándose del cuerpo ya sin vida de una avestruz, era Pea.
Por supuesto los leones no estaban haciendo nada malo, solo actuaron bajo sus instintos y en pro de su propia sobre-vivencia, sin embargo, nos duele profundamente conocer este final tan trágico para la amada Pea, es inevitable preguntarse sobre el propósito de la vida, cuando está tan intima y profundamente ligada a la inexorable muerte.
Todos los miembros del equipo de cuidadores del santuario se lamentaron la irreparable perdida, todos ese día sintieron el corazón pesado, el vacío que dejaba la avestruz se abría espacio también en sus almas, impidiéndoles, de alguna manera, volver a ser los mismos de antes. Solo su recuerdo quedaba como consuelo de su partida.
Describir la actitud de los elefantes, especialmente la de Jotto, es un propósito inalcanzable, una tarea imposible, pues los humanos ni siquiera nos acercamos un poco a entender la profundidad, la intensidad y la inocencia con la que los animales aman y extrañan. Él nunca la olvidará, nunca volverá a ser tan feliz como cuando estaba con ella, siempre mirará al horizonte esperando verla venir, porque está en su inmensa naturaleza mantener hasta el último instante la esperanza y no albergan en su interior otra ambición más grande que estar con aquellos a quienes han amado.
Gracias por leernos y no olvides pasar a visitar el santuario Sheldrick Wildlife Trust, y si puedes déjales una donación!