Su vida de fechorías llegó a su fin cuando una cámara de seguridad lo expuso.
Almirante Galacticat siempre ha sido un gato muy hogareño y consentido, su madre Heather ha optado porque él sea un minino que prefiera estar en el interior y así ha sido a lo largo de su vida, sin embargo, el aislamiento de la familia y su prolongado tiempo dentro de las instalaciones que Galacticat considera como suyas, lo han empezado a desesperar un poco por lo que ha tenido que buscar distracciones en los jardines y los alrededores donde descubrió una nueva forma de distracción que ha dado de qué hablar.
Libertad, al fin.
El hermano humano del minino y su mamá ya habían incomodado lo suficiente los espacios de descanso de Almirante Galactic. Cada vez que intentaba hacer su siesta, un grito o una orden lo interrumpían y su paciencia estaba llegando al límite, por lo cual, empezó a intentar escabullirse de la casa cuando Heather se distraía, pero, al ver sus intenciones, la mujer fue la primera en dar el paso para hacerlo sentir cómodo: le compró una correa con la que empezó a pasearlo por su vecindario en Nueva Orleans para hacer un transición más tranquila a sus salidas por cuenta propia.
Las siestas tranquilas del almirante fueron interrumpidas bruscamente tan pronto como comenzaron con los chillidos y gritos de su inflexible hermano mayor. Él quería salir. Esperaría junto a la puerta e intentaría escabullirse a mis pies antes de que me diera cuenta. -Comentó Heather a The Dodo.
Tan pronto como empezó a salir a la calle por sus propios medios, Almirante volvió a sentir la libertad de su propio espacio y conformó un grupo de mininos con los que andaba por toda su calle mientras dormían en rincones apartados como huyendo de la gente que ahora habitaba todo el tiempo sus casas.
El misterio de las prendas de ropa.
Todo iba muy bien y Almirante Galacticat volvía a casa cuando entraba la noche después de pasar días llenos de diversión, pero, Heather empezó a notar algo extraño cuando, a principios de julio, empezó a encontrar prendas de ropa que no pertenecían a nadie en la casa, lo primero fue una camiseta y unas medias que estabas tiradas en su jardín. En ese momento no le prestó mucha atención y se deshizo de los dos elementos.
Pasados los días, Heather empezó a preocuparse porque la ropa se multiplicaba y aparecía en su patio sin ninguna razón. Su teoría inicial de que alguien había tirado las primeras prendas empezó a desvanecerse y ahora se inclinaba más por una posible broma de parte de alguno de sus vecinos. Intrigada por el misterio del culpable, Heather instaló una cámara de seguridad improvisada justo al lado de la puerta de su casa, lo que pudo ver fue parecido a una buena comedia y la sorprendió ampliamente.
La improvisada cámara de vigilancia, que en realidad era un viejo teléfono que grabó durante todo un día, le mostró la evidencia del delito a la familia Bardi: El Almirante Galacticat era el culpable del robo de la ropa que colocaba en el jardín de su casa después de sus expediciones por el vecindario.
Ladrón con familia honesta.
Aunque Heather no lo podía creer y le parecía muy gracioso el comportamiento de su gato, se encargó de poner un letrero de cartón fuera de su casa con el siguiente mensaje: Queridos vecinos, mi gato ha estado robando la ropa limpia de alguien y llevándola a casa. Calcetines, boxers, trapos de cocina e incluso una camiseta sin mangas. Si te faltan dichos artículos, los he estado recolectando y los tengo adentro. Por favor, toca y te los devolveré. Lo siento, mi gato es un cleptómano.
Heather y el Almirante Galacticat no tuvieron otra opción que confesar los asombrosos crímenes del gato más peligroso de toda su cuadra. A pesar de avisar a los vecinos, no obtuvieron respuesta hasta unas semanas después cuando el voz a voz corrió y le llegó a varias compañeros de una casa que estaban perdiendo extrañamente cosas de su lavandería. La situación fue divertida para todos y el minino se hizo famoso por los extraños regalos a su familia.
A pesar de que han pasado un par de meses desde que empezó toda esta aventura que lo ha tenido en las planas de los periódicos locales, Almirante no parece entender que la ropa de los demás no puede ser un regalo para su casa y, aunque lo sigue haciendo, todas las personas de su vecindario lo han podido entender y están felices de hacer parte de la historia de este peludito travieso.
Fuentes: Heather Bardi, The Dodo.