Estaba flaca y parecía haber perdido a su mamá.
En Bielorrusia, un país con inviernos muy fríos y con límites entre Rusia y Ucrania, una pequeña osita vagaba entre la profundidad de los bosques de la región de Borisovsky sin alguien que la cuidara, por suerte, se encontró con la granja de Nikolay Vasilievich, un hombre dedicado a la piscicultura con una idea muy limitada de la especie en particular, sin embargo, con un corazón bondadoso que no iba a dejar que a la pequeña indefensa le fuera impuesto un destino terrible.
Una decisión que le compete a todos.
Desde el primer instante en que Nikolay se cruzó con la pequeña que parecía estar muy mal alimentada, supo lo que tenía que hacer. La frágil osezna pertenecía a la especie de osos pardo, consignada en el libro o lista roja de especies de su país, en este manuscrito se incluyen todos los animales que presentan algún peligro de vulnerabilidad en un territorio específico, en este caso hay muy poco registro de estos osos en particular en el país europeo, por lo cual, siendo asesorado Nikolay decidió quedarse con ella.
Las leyes en el país son estrictas con el cautiverio ilegal, por ese motivo Nikolay se asesoró bien y contactó a algunos funcionarios para lograr un permiso que le pudo otorgar la libertad de tener a la pequeña y adorable osita en sus terrenos, eso sí, después de una exhaustiva búsqueda de algunos cazadores voluntarios que se rindieron al no encontrar ningún rastro de la mamita de la pequeña. La prisa era poder tener la seguridad de un hogar para ella, pues, en un zoológico no sería recibida por su incapacidad de mantenerse por sí misma y retornarla al bosque podía implicar una muerte segura.
Si no la salvo yo, ¿quién?.
¿Pero qué había que hacer con esta pequeña criatura? Llamé a todas las autoridades posibles, me respondieron: hay que regresarla a la naturaleza o dormirla. Pero, ¿es posible sacrificar a un bebé así? De repente, ¿no venimos de monos, sino de osos? ¿Qué pasa si es mi pariente muy lejano? -Dijo Vasilievich a Planeta Belarus.
Vasilisa, como fue bautizada la pequeña y curiosa osita, es intrépida y no deja a un lado su instinto salvaje, a pesar de eso, como cualquier otra bebé también toma mucho tiempo para descansar y, a veces, puede llegar a parecer un peluche en medio de la casa de la granja, encontrando rincones con calor y alfombras para tomar una buena siesta.
Nikolay le dio una oportunidad a esta pequeña por su instinto protector y también por la preservación de la especie, sin embargo, piensa a futuro en su granja y en los proyectos turísticos que podrían venir con la llegada de la osita Vasilisa al lugar, podría pasar de ser solo un lugar de grandes estanques que provee peces a la comunidad a ser un proyecto que atraiga a los visitantes. Cualquiera haya sido su motivación, nos sentimos agradecidos de ver a esta peludita en manos de una buena persona que seguramente la seguirá protegiendo hasta que alcance su vida adulta.
Fuente: Planeta Belarus